Nor Jaungoikoa aña?
¿Quién como Dios?
Ha sido una jornada de convivencia jovial y entusiasta. En ella se ha convivido con alegría, se ha rezado de veras -Santa Misa, Sto. Rosario y consagración al Arcángel-, y se han entonando canciones de la tierra a los postres, acompañados de guitarra y acordeón. Este año sobraron las palabras políticas de sobremesa, siendo sustituidas por el canto: no se podía cortar el aire
Sin duda, esta alegría la da -frente al frecuente rictus tristón de hoy- el saberse bajo la protección del Arcángel amigo, que nos sujeta con rotunda fuerza, con su gracia y dulzura.
Muchos no han podido venir -obligaciones, celebraciones, salud, edad…- y sentimos que se hayan perdido esta hermosa Jornada y peregrinación. Se lo contaremos para que, si pueden venir, no falten la próxima vez. En el santuario no había mucha gente a pesar del buen tiempo.
Se ha rezado por los fallecidos de este año, alguno de los cuales siempre venía a las concentraciones “Aborto No, Dios ama al embrión” y por otros amigos de Echarri-Aranaz, Leiza…
El Altísimo Jaungoikoa hace que nos sintamos privilegiados en esta XXVIIIª peregrinación ante su presencia soberana, pues Él da sentido a nuestras vidas como personas individuales, en el ejercicio de nuestra dimensión y deberes familiares, sociales y políticos. Hace que sepamos de dónde venimos y a dónde vamos, y que tengamos un solo Señor. Por eso nos consideramos unos privilegiados y sobre todo estamos agradecidísimos.
Si el emblemático lugar de San Miguel acoge siempre a todos, ocurre que este preciso domingo las sucesivas lomas y crestas del blanco caliza, y el bosque de hayas de fulgor esmeralda, se han vestido con sus mejores galas. El sol radiante contenía su fuerza, matizando la luminosidad una neblina propia de la evaporación de los días anteriores. El día aguantó; y la tormenta fue la del día siguiente.
La voz de San Miguel “resuena por encima de las divisorias de valles, comarcas y provincias; sobre las mismas fronteras. Y nos habla con acentos de religiosidad, de tradición, de entraña de la tierra nuestra, con multiplicidad de símbolo (…) el amor al Arcángel se mantiene en esta época nuestra tan vivo como lo demuestran los cariñosos recibimientos que le hacen los pueblos, las continuas solicitudes para que les visite, el goteo incesante de los que suben a la cumbre a postrarse a sus pies, a pesar del duro y difícil camino” (“¡Por San Miguel de Aralar!”, 1944). Hoy como ayer.
Todos los presentes se animaron a seguir arrimando el hombro, pues saben que trabajan por sus hijos, por los que se puedan sumar, por la sociedad, y por el futuro propio y de todos. Los muchachos del campamento Cruz de Borgoña de Navarra, al subir a San Miguel andando, están perfectamente preparados para su campamento de agosto.
En San Miguel se rompieron las cadenas de Teodosio de Goñi. Será por intercesión de San Miguel y San María como se romperán las cadenas de la podredumbre y miseria actuales. En eso estamos, en lo individual, social y político.
Lurreko menditik abia
Jainkoaren mendietan
Jarri dut kabia
Caminando por montes de la tierra
En los montes de Dios
He puesto mi nido
(Begoña-tar Aita Jesús Kaputxinoa 17-IX-1968;
en Fr. Juan Bautista Luquin,
Servicio histórico de los capuchinos...,
Pamplona, 2001 p. 165)
José F. de Musquilda
29-VI-2017