Boletín Oficial de la Comunión Tradicionalista Carlista de Navarra

viernes, 2 de febrero de 2024

Una España desorientada y sin dirigentes

Opinión

Las últimas discusiones en el Congreso de los diputados demuestran que, el resultado de la acción de los partidos políticos de éste digno hemiciclo, no sirve para casi nada, que los políticos en general ponen su voluntad, interés y falta de sentido crítico por delante de la razón, y que el cinismo de los socialistas y sus socios campa por sus respetos. 

Tampoco es coherente y lógico que, para subsistir como "Estado de Derecho", nos veamos precisados a acudir a Europa pidiendo algo así como "socorro". ¿Tan mal funcionan nuestras instituciones? Por otra parte, no olvidemos el cinismo del sr. Feijóo, cuando alarga la mano al PSOE de nuestros pecados, y no ve la enorme viga que tiene en sus ojos. 

El objeto de nuestra crítica son los frutos y  la corrupción generada en la política española, pero también el sistema, con el cual se hace deudor cualquier político que no se atreva a criticarlo. No basta denunciar las consecuencias, sino debemos ir a sus causas.

Está visto que la política de mayorías indistintas y a cualquier precio -máxime cuando hay una gran diversidad de partidos- es contraproducente. Un gran país como España -o cualquier otro- no puede estar a merced del cálculo numérico de los escaños. Tampoco puede encontrarse a merced de sus enemigos interiores, que viven a costa de los españoles pero para destruir España. Pensemos en las cesiones del presidente sr. Aznar a los separatistas catalanes-anticatalanes, comandados por el sr. Pujol de infausta memoria. Pensemos en el rencor y odio que tienen los enemigos de España hacia el bien común de los españoles. Se ha dejado que los enemigos de la paz y de España brinquen al Parlamento español, por cobardía, cálculo, ineptitud o consejo e influencias sectarias, y así estamos. Dicho cálculo numérico -no de calidades y una verdadera representación- propio de una democracia desvalorizada, está destrozando España desde hace mucho tiempo, y ahora -si nos dejamos- sufriremos la puntilla para acabar esta singular corrida de cabestros.

Hablamos del cálculo numérico y del caballo de Troya que se ha querido o permitido meter en la ciudad, pero también hablamos de la malicia de la amnistía proyectada y la falacia de la autodeterminación exigida por los separatistas y la ultraizquierda que les jalea. 

La situación se agrava porque no creo que Sánchez haga todo lo que hace por vanidad y afán de poder, sino porque sirve al proyecto de hundir y desmembrar España, incluida su ruina económica, su suelo abandonado al deporte de la caza a beneficio de los ricachos de otras latitudes,  y la sustitución biológica de su población. Yo creo que es venganza de la secta.

Claro, esto sólo ha sido posible tras una política de descristianización, deshumanización corruptora, y de paralización de la sociedad española, en la que han colaborado con afán el PP y el PSOE -entre otros- bajo el fatuo grito de una falsa libertad absoluta, que el día de mañana entenderán como "increíble" y super mentirosa. Las confusiones creadas antes y tras 1975, han pretendido desorientar, ocultar la mentira, paralizarnos y relativizar lo que ahora "saboreamos".

Busquemos el necesario y verdadero cambio político y social, porque la forma política que expresa la  España de hoy, cuyos políticos de pesebre nos ha conducido de tropezón en tropezón, no puede generar modelo alguno, ni en lo poco ni en lo mucho. 

Más aún, se está haciendo patente una forma de gobierno muy perjudicial, oculta a muchos durante tiempo, esto es, una forma oligárquica y de objetivos y proyectos, planes y decretos de arriba hacia abajo. Aquí mandan los de lejos. La dictadura de los partidos está siendo sustituida por la dictadura de las élites mundiales y la plutocracia del dinero, la Agenda 2030, a la que se subordinan todos incluidos los separatistas. Las élites del gran capitalismo quieren ser el nuevo señor, el nuevo Napoleón, y a ningunos de ellos los acatamos.

Adelantamos que queremos y hasta exigimos las libertades sociales, otra forma de representación social y política, una verdadera representación orgánica libre de partidos y de la subordinación a poderes extranjeros. La sociedad debe potenciarse sin corsés partitocráticos -de muchos o de uno-, ni dependencias internacionalistas, ni utopías que tan sólo engañan. Cualquiera advierte que cada ciudadano o hijo de vecino sabe mucho de lo que vive, de lo que trabaja, de su entorno de pertenencia y de lo que ama. Aprovechemos este saber, entrega gratuita, e interés.  

Ramón de Argonz

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