Boletín Oficial de la Comunión Tradicionalista Carlista de Navarra

martes, 15 de abril de 2025

Crónica de la IIª Controversia sobre el monumento de Navarra

 Crónica

Hemos recibido la siguiente crónica de la IIª Controversia, que en su brillantez y precisión hacemos presente a nuestro lector:

IIª controversia de Pamplona.

El evento comenzó con la intervención de Manuel Sierra como representante de la asociación “Navarros todos y la historia completa”, que destacó la importancia que para esta asociación tiene la defensa de una ley que garantice la integridad de monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada, una vez superado el problema que días atrás impidió la admisión de la primera ILP presentada.

Tras dicha breve explicación, José María García-Elorz presentó al ponente de la IIª controversia de Pamplona. También estuvo presente don Pablo Garisoain, secretario de CTC. 

Las preguntas del escritor y publicista Fernando Vaquerose refirieron a las afirmaciones de buena parte de la actual historiografía académica. También mencionó los libros de don Santiago Mata sobre la persecución religiosa contra los católicos en Inglaterra o en la Alemania nazi. Ambas fueron gravísimas, pero mucho más, hasta ser un verdadero holocausto católico, fue la persecución religiosa realizada durante la República y guerra civil en España. 

Preguntado Santiago Mata de por qué decimos holocausto católico, éste respondió que el holocausto es un sacrificio donde se ofrece una víctima totalmente y sin obtener a cambio beneficio alguno. No en vano, la Revolución quiso destruir todo. En la Grecia clásica, unas veces la víctima era aprovechada como alimento por los sacerdotes  oferentes, pero cuando se quemaba entera y nada se aprovechaba  se llamaba holocausto.

Santiago Mata departió sobre los mártires de la guerra civil. No son, según él, mártires de un siglo, porque los siglos no matan, ni de la IIª República, porque su martirio no fue orquestado, sino permitido por omisión. Explicó que el primer mártir fue en Palencia, y que los primeros mártires fueron en 1934, y no con la llegada de la República en 1931.

Aquello que define a un mártir y lo distingue de la víctima común, es que el mártir da la vida conscientemente, se resigna a perderla, ofrece su vida, acepta de veras su propia muerte, y no obtiene beneficio alguno, esto es, da su vida como holocausto. La razón de este sacrificio singular y heroico es purificador, es el amor a Dios. Así, ésta doble consciencia y aceptación hace que el holocausto católico no sea como el judío, que sin duda fue horroroso.

Lo dicho hasta aquí sirvió de preámbulo a las preguntas que Fernando Vaquero formuló a continuación  a don Santiago Mata:

El Sr. Sierra explicando la presentación de la nueva ILPFV: Si durante la persecución un centenar de conventos fueron quemados, el cardenal Segura fue expulsado, se separó la Iglesia del Estado violentamente y se suprimió la orden jesuita en España... ¿fue la guerra un acto de defensa de la Iglesia Católica?

SM: Desde la proclamación de la República los católicos se dividieron en partidarios y contrarios de la República, aunque muchos de ellos vieron el cambio de Régimen con la esperanza de lo nuevo. La Iglesia jerárquica aceptó la legalidad republicana con lealtad, aunque ello no significa que lo hiciera con entusiasmo. Por ejemplo, el cardenal Segura y el obispo Mateo Múgica, fueron expulsados por «desafección por la República», el primer caso tan sólo por mostrar en su pastoral  un buen recuerdo de la monarquía. La República fue siempre beligerante contra la Iglesia católica y se negó a reconocer los méritos del anterior sistema monárquico. La Iglesia no fue beligerante contra la República, y no tienen razón los historiadores comunistas que dicen que la violencia fue por culpa de la Iglesia. En menos del primer mes de la República, fueron quemados un centenar de edificios religiosos en Madrid, Barcelona, y especialmente en Málaga. en realidad, las élites republicanas fueron sectarias y muy susceptibles contra la Iglesia. 

Pronto llegó el incidente ocurrido en el círculo monárquico en Madrid, donde se puso la marcha real. Ante ello, los que se mostraron a contrario decidieron que debían quemar el ABC, y lo hicieron ocasionándose uno o dos muertos republicanos. Fue Pablo Rada -mecánico de Ramón Franco- quien, en el Ateneo de Madrid, decidió capitanear a los incendiarios de los edificios religiosos. Se quemaron iglesias, el ministerio del católico Miguel Maura no hizo nada a pesar de estar al corriente de absolutamente todo, y Azaña declaró que todas las iglesias de Madrid no valían la vida de un solo republicano. Ahora es cuando se originó una fractura sentimental de los católicos hacia la Republica, provocada por la persecución abierta permitida por el Gobierno republicano contra la Iglesia.

La mentalidad de los republicanos era que solo los partidarios activos del sistema merecían beneficiarse de la República, y que quienes eran desafectos no tenían derechos. Las izquierdas decían que la República era para los republicanos. Es como decir: votarás pero nunca gobernarás. Afirmar que, aunque te haya votado la gente, no eres suficientemente republicano para gobernar, se llama sectarismo.

¿Hubo agitadores católicos contra la República?: No, simplemente.

¿Era la Iglesia defensora de privilegios o retrógrada?

La Iglesia católica no fue nunca un elemento revolucionario, y, sin embargo, en absoluto estaba lejana del pueblo llano; testimonio de ello son sus obras de caridad, sus instituciones educativas, laborales, y sociales como hospitales. La Iglesia mantenía que, con independencia de la procedencia del poder político, se debía acatar el orden establecido, y en el caso que este fuese ilegítimo -lo que ni siquiera se planteó respecto a la República- se debía aceptar sus medidas para conservar el bien común. De forma muy distinta actuaban los contrarios, que buscaban destruir o denigrar absolutamente todo lo anterior a la República.

A modo de ejemplo, una muestra de la saña persecutoria anticatólica fue en la primera etapa de la guerra, donde se concentraron los asesinatos de 14 obispos, la tortura horrible del Obispo de Barbastro entre otros, el asesinato de casi 300 de monjas, de 8.000 sacerdotes y seminaristas y religiosos, y de miles de laicos por el mero hecho de pertenecer a asociaciones de piedad cristiana. Y además, se hizo con odio, buscando maltratar y vejar, desfigurar y mutilar, y hacer sufrir con enormes dolores... El motivo fue evidentemente ideológico porque se habían cargado las tintas contra la Iglesia, y se le había asociado con todo lo malo.

¿De dónde procede tanto odio anticatólico?

Históricamente, el anticlericalismo español comenzó en el siglo XIX con los gobiernos liberales, que en 1834 acusaron a los curas de envenenar los caramelos que daban a los niños. El odio a la religión hizo que se presentase a ésta de una  forma falaz, y que las acusaciones contra la Iglesia fuesen variadas y numerosas. Por ejemplo, los elementos pro monárquicos, que eran vistos como enemigos, eran asociados a la religión católica de una forma interesada y sin justificación ni verdaderos motivos. Si los ataques persecutorios fueron expresiones de la violencia revolucionaria, el Gobierno los llevó a cabo sin un gran sentido estratégico.

Expresión de ésta falta de estrategia, fue que controlando el Gobierno los efectivos y medios militares -el Ejército era leal a la República-, teniendo todos los medios legales, y controlando la gran mayoría de las ciudades, sin embargo el Gobierno prefirió armar a las milicias revolucionarias en 1936. ¿Por qué? La razón es que querían forzar un nuevo orden social revolucionario, revertir el orden social. Por eso, el Gobierno había colocado a los generales disidentes con la deriva republicana del momento, en posiciones donde podían rebelarse para, una vez alzados, poder aplastarlos. 

La imaginación del revolucionario español era muy limitada, pues creía que sólo con la persecución de la fe religiosa y obligando a blasfemar, podían ganar la guerra. La mayoría de los asesinos de la persecución fueron gente que seguía órdenes de otros, sin mostrar atisbos de responsabilidad personal. El odio movía a acabar incluso con personas buenísimas.

¿Fue la persecución religiosa improvisa y realizada por minorías?

La persecución religiosa fue «espontánea», pero ellos entendían lo "espontáneo" como algo querido, consciente y asumido, como parte de la revolución. Es decir, no por espontánea la persecución dejaba de ser querida y buscada, ni dejaba de ser organizada. Espontáneo no significaba irracional,  involuntaria, y no querida. Todos los partidos consintieron, tuvieron sus checas etc. La Revolución lo exigía, y la persecución estaba en el "catecismo del revolucionario". No había consignas escritas pero todos sabían lo que debían de hacer. Es muy posible que hubiese asesinos que creían hacer un "bien", motivados por su odio antirreligioso o su aversión revolucionaria. La corriente principal era persecutoria, aunque hubiese individualidades que se opusieron. Así pues, ésta "espontaneidad" no permitirá a los dirigentes republicanos lavar su imagen, ni librarse de responsabilidades. La persecución fue un fenómeno forzado por la misma Revolución.

Un ejemplo de la barbarie fue «el tren de la muerte», con 192 personas asesinadas en Vallecas. Contra todo pronóstico hubo 50 supervivientes. Santiago Mata buscó al último superviviente, llamado Leocadio Moreno que vivía en Cazorla. Este superviviente era un falangista pero tenía el carnet de la CNT. Los primeros de la criba se libraron de la matanza por declararse extranjeros. En la segunda criba, el tal Moreno se libró mostrando su carnet de la CNT, pues tener varios carnets era habitual. Pues bien, este testimonio, que es más complejo de lo que recogemos, demuestra que las matanzas no simplemente se llevaban por odio sino también por «obligación ideológica», y que sus agentes querían limpiar España de lo peor. Más que de ellos, la culpa fue del Gobierno que los armó.

Por otra parte, se sabe que hubo miembros del bando republicano fueron a misas clandestinas.

¿Mejoró la infiltración comunista la situación de la Iglesia en terreno republicano?

No necesariamente. El partido comunista sólo obedecía a Moscú, que hizo desaparecer el oro republicano. El Gobierno rechazaba al Ejército, y lo sustituyó  por las milicias populares. El partido comunista estaba en contacto con Moscú y no con los medios institucionales republicanos. La lealtad a Stalin era la norma superior tanto para ganar la guerra como para conducir la revolución. Los comunistas provocaron la batalla del Ebro conociendo la debilidad del Ejército republicano, y lo hicieron con órdenes de Stalin y posiblemente por pactar éste con Hitler.

¿Hubo una disminución de la persecución durante las últimas fases de la guerra o visos de reconocimiento de la personalidad de la Iglesia católica?

Sí, la revolución fue perdiendo intensidad conforme transcurría la guerra. Las matanzas de sacerdotes no se podían vender ante las democracias occidentales. Sin embargo, las Misas seguían sin celebrarse. No podía realizarse el culto religioso debido a las persecuciones y represalias de las milicias populares en zona republicana. El régimen no concedió ninguna tolerancia pública al culto católico. La práctica religiosa siempre se realizó a escondidas.

Los mártires navarros declarados por ahora lo fueron más allá de la muga de Navarra: por ahora son 105 mártires sacerdotes, excepto uno que era un laico zapatero.

Aunque la estrategia en muchos sitios era matar al cura del pueblo, la revolución afectará a toda la sociedad. La matanza se extendía hacia todo aquel que se consideraba católico.

P. José Gafo, movimiento obrero católico
(P. José Gafo, movimiento obrero católico)

¿Hay alguna diferencia entre los mártires y los caídos del bando nacional?

Los mártires fueron asesinados por ser católicos, y no necesariamente por apoyar al bando nacional. El bando sublevado se apropió de muchas personas que, al haber sido asesinados pronto, no tuvieron ocasión de tomar partido. El mártir rechaza el mal de una forma sublime, hasta el punto de preferir perder la vida a ejercer su derecho a defenderse. A uno que reacciona con violencia contra el mal, no se le considera mártir, porque ya ha hecho pagar tributo al mal. Esta consideración procede de la cultura católica, concretamente de la escena del Huerto de los Olivos, en el que  Cristo dijo a quien empuñó el arma y cortó la oreja a uno de los guardias enviados para apresarle -un tal Malco-: «quien a hierro mata, a hierro muere». No es que ello impida el derecho a una legítima defensa que nunca debe ser ejercida con odio, sino que la pasividad del mártir asegura que el amor al injusto agresor está lejos de enturbiarse no sólo porque sele perdona sino también porque no se  ejerce contra él violencia alguna.

Los mártires no son perdedores, sino que con su entrega  afirman el amor de Dios. Ellos, ofreciendo su vida por amor, pueden curar cualquier tizna de odio.

Los que combaten por una causa no hacen el supremo bien, quien da la vida hace algo superior.

Debido a la diferenciación entre combatientes y mártires, Pablo VI paralizó muchas causas de martirio, para asegurarse que no fueran combatientes sino mártires puramente religiosos y no símbolos políticos. Veinte años duró esta paralización  hasta que en 1986 Juan Pablo II inició las beatificaciones.

¿Es correcto el uso del término de Cruzada para el conflicto ocurrido entre 1936 y 1939?

En sentido estricto, no. En sentido vulgar sí.

Los obispos hicieron en 1937 un escrito pastoral defendiendo al bando nacional, pero dejaron claro la diferencia entre una cruzada estrictamente hablando y una guerra civil. La Iglesia en sí no se involucra en el alzamiento.

Los milicianos pensaban que la Iglesia sí estaba involucrada en el alzamiento de una manera tan radical que cuando entraron en las iglesias y no encontraron armas, no daban crédito y seguían buscándolas por horas sin encontrarlas.

El conflicto sí puede llamarse al modo vulgar como una Cruzada.

Preguntas del Público

¿Hubo presiones de Moscú para aumentar la persecución contra la Iglesia católica en España?

No hay documentos que prueben a favor o en contra de que los soviéticos hubiesen contribuido de manera oficial a la persecución. Es algo erróneo cargar la responsabilidad contra los comunistas ya que todos en el bando de los milicianos compartían el odio anticlerical.

Los republicanos no condenaron las agresiones y asesinatos perpetrados contra los sacerdotes, de modo que todos fueron cómplices de una manera u otra

En la transición de 1976-1978, al tratar de éste asunto, se renunció a superar el odio, prefiriéndose guardar un tupido silencio sobre la guerra.

La izquierda rompió este silencio de una manera unilateral. La solución propuesta por Santiago Mata es la superación de las discordias que dieron lugar a la guerra civil, que la verdad se impone sobre el odio, y que hay que defender al justo, no sólo a los propios. Se pone el ejemplo de Rupnik que siendo un acosador sexual, tiene buenos cuadros y no por los crímenes del artista debería ser justo eliminarlos.

Pequeño debate.

"La Única", peña sanferminera, siendo alcalde Asirón
(Imagen tomada por JFG)

Un participante defiende la necesidad de honrar a las personas que son un ejemplo, del bando que sean.

Santiago Mata cuestiona si la coherencia es un valor que tenga que ser defendido a toda costa por encima de la verdad. Para ello se basa en que no se puede juzgar el pasado con criterios modernos, y que por ejemplo Hitler era muy coherente con sus ideas, que no obstante eran muy malas. 

El martirio implica la aceptación de una verdad objetiva, y el mártir es ejemplo de una conducta razonable, de modo que no se ensalza al que se obstina en algo por mero empecinamiento. 

El participante destaca que la guerra civil fue una verdadera Cruzada por la Fe católica.

Santiago Mata indica que la defensa de la patria es una consecuencia del 4ª mandamiento cristiano, pero que el primer mandamiento de amar al prójimo es mayor y su seguimiento diferencia al mártir, que es mejor que el soldado que defiende a su país.

Otro participante destaca que las expresiones «mártires del S. XX» son eufemismos que esconden las graves torturas que padecieron por la fe católica los mártires del holocausto católico en España.

Santiago Mata responde que hay mártires reconocidos del siglo XX por la fe católica que no son de la Guerra civil. Si se ha reconocido a dos mil mártires, hay muchos más.

Un ejemplo de martirio anterior fue el asesinato de los franceses del obispo de ciudad de Rodrigo en la guerra de la independencia (1808-1814). La Iglesia continúa y vive en su tiempo, a la vez que no quiere dar motivos para el odio canonizando a todos los mártires en la época que vive, sino que muestra un gobierno prudente.

El Acto estuvo patrocinado por Vox, la Comunión Tradicionalista Carlista, y la asociación El Criterio

por David Fernández

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