Agenda
Hoy, día 10 de marzo, se celebrará esta fiesta en Pamplona, con Santa Misa a las ocho de la tarde en el lugar acostumbrado, para continuar una vez finalizada.
Carlos VII, rey de derecho, lealísimo, y muy capaz, instituyó la
Fiesta de los Mártires de la Tradición el 5-V-1895, a celebrar el aniversario
del fallecimiento de su abuelo, el gran don Carlos V. Sus leales, con el Rey al
frente o huérfanos de él como ahora, hacen frente a la Revolución racionalista
y anticristiana, que nos está consumiendo.
“¡Cuántas veces encerrado en mi despacho, en las
largas horas de mi largo destierro, fijos los ojos en el estandarte de Carlos
V, rodeado de otras 50 banderas, tintas en sangre nobilísima, que representan
el heroísmo de un gran pueblo, evoco la memoria de los que han caído como
buenos, combatiendo por Dios, la Patria y el Rey!... ¡A cuántos he estrechado
sobre mi corazón en su agonía! ¡A cuántos rostros marciales de hijos del
pueblo, apagándose en la muerte con sublime estoicismo llevo grabados en lo más
honde de mi pecho, sin que pueda poner un nombre sobre aquellas varoniles
figuras! Todos morían al grito de ¡viva la Religión!, ¡viva España!, ¡viva el
Rey!... Con este objeto propóngome que se instituya una fiesta nacional en
honor de los mártires que desde el principio del siglo XIX han perecido a la
sombra de la bandera de Dios, Patria y Rey en los campos de batalla y en el
destierro, en los calabozos y en los hospitales, y designo para celebrarla el
10 de Marzo de cada año, día en que se conmemora el aniversario de la muerte de
mi Abuelo Carlos V”.
Carlos VII
recuerda a este pueblo innumerable en su testamento político de 1897. Inmenso
fue su agradecimiento a vivos y muertos de la Causa.
Hoy
como ayer, los hay que viven como los mártires de la tradición católica, patriótica y monárquica, en su familia muchas
veces numerosa, en su parroquia y trabajo, en sus instituciones, como vecinos y
ciudadanos, ante los juzgados, denunciando el mal en la calle, desafiando las
leyes injustas, en el anonimato y olvidándose ascensos y reconocimientos. Incluso
con persecución de los propios por malentendidos o infiltrados.
Sabemos
que nuestros vecinos no son y están como ayer, pero también que las causas de
los males de los españoles son las mismas de siempre, más el descaro del NOM.
Ahora bien, el maximalismo de éste debe ser respondido con otro maximalismo en
la obra de reconstrucción de España, que lleva cuarenta años bajo el llamado
Derecho revolucionario. Sabemos que la forma de trabajar en la reconstrucción
es diferente a la de ayer. No sabemos, quién es el rey de España, pero sí quién
lo no es, porque los hechos de por sí no generan derecho. ¿Restaurar desde el
destierro o instaurar desde cero? Recordemos que enseña el Eclesiástico X, 4:
“La potestad de la tierra está en manos de Dios; y El a su tiempo suscitará
quien la gobierne útilmente”. Ese “a su tiempo” nos indica que hay que rehacer
una sociedad para hacer posible un rey.
10-III-2022
R. de A.
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