Opinión
No saben lo que dicen. Más bien diríamos que el gran capitalismo transnacional, que domina y controla los Estados aparentemente democráticos, es el que empobrece y paraliza a los trabajadores, propietarios, familias y negocios. Paraliza la economía general y se traga el futuro. El gasto social no puede ser a golpe de deuda pública, impuestos oceánicos, hipotecar el futuro y extorsionar -hasta su hundimiento- a las empresas y familias. Ni el trabajador, ni la empresa son vacas para ordeñar.
La línea programática social es: más sociedad y menos Estado (o sea, sustituir la maquinaria del Estado por la suprema potestas civil), propiedad para todos, salario familiar, valorar el coste de oportunidad de quien se propone renunciar al mercado laboral, cuerpos sociales intermedios -libres y autárquicos- con representación, PYMES, competencia leal, reducir la intervención del Estado al principio de subsidiariedad, economía social y no dirigida, utilización de recursos propios y estímulo a la inversión con un efecto multiplicador, impuestos justos y no confiscatorios, vivienda y salario dignos, préstamos internacionales sin opción de compra, patrón-oro... El mandato no es enriquecerse a toda costa, sino vivir dignamente, dejar vivir, y ayudar a vivir. Hemos llegado un momento en que diremos: no me interesa vuestro tipo de progreso.
No queremos mal gobierno, ni partidos y políticos comprados por alguien de fuera que busca hacerse dueño de países enteros. Siguen utilizando la mentira y el enfrentamiento como arma, y todos hemos perdido.
Esto no es un juego.
R. de A.
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