Festividad
La Madre Inmaculada de nuestra Patria pecadora
Son conocidos aquellos versos de Bernardo López
García, activista revolucionario y antimonárquico, del “Oigo, patria, tu aflicción,/y
escucho el triste concierto/que forman, tocando a muerto,/la
campana y el cañón;/ (…)”, en su Oda al Dos de mayo.
Triste es la aflicción de la Patria, como
triste es en manos de quién queda –la gloria de humanos pendones- para ser
redimida. Pero el poeta, -¡oh venturoso día!-, reconoce entre humillaciones y
el retumbar de voces roncas, cómo “La virgen, con patrio ardor,/ ansiosa
salta del lecho;” (…).
Aquí, un
afán que poco comprende, rinde equívocamente su tributo a la Inmaculada
Concepción, como sustrato de nuestra intrahistoria. La Señora Inmaculada sí es la que da fuerzas para perseverar, para combatir
hasta el extremo, y para dar sentido al duro
combate y la ansiada victoria. Aquí no se trata de venganzas amorosas del alma,
supuestamente libérrima, frente a Napoleón, sino de la unidad de alma y cuerpo que debe reivindicar y restaurar
la sociedad, la Patria y la política de cara a Dios y, en Él, de cara a los hombres.
No
somos triunfalistas ni vacuos pero sí creemos en el triunfo. Previa conversión. La Inmaculada Concepción, madre de España,
confía al hombre y la patria a la Redención de su divino Hijo, porque no hay pecado
que por su intercesión no obtenga el perdón de Dios.
Sí, la Patria ha pecado porque
todos los que la formamos hemos pecado en 1978. Quizás un “resto de Israel” se
haya resistido a rendir tributo al nuevo César “constitucional”, elevado sobre el
pactismo asocial, la “voluntad general” y los supuestos derechos concedidos por el Liberalismo al hombre
individual. Al final, el Liberalismo moderado asume sin complejos lo hecho a
impulsos de un Liberalismo radical o socialismo.
Te pedimos perdón, Dios nuestro, por nuestra
apostasía, y por idolatrar un acuerdo político práctico para todos los
españoles, que, además de entreguista e improcedente, se elevó contradictoriamente
a la categoría de Constitución jurídica de España en 1978. Perdón también por las mil
leyes que pretenden humillar Tu santo Nombre y destrozar Tu creación, una vez abandonados
los frutos de Tu Redención divina. Y perdón por el destierro que los más
desgraciados quieren que sufras de los espacios públicos en nuestra Patria.
¡Oh Señora Inmaculada, Tú sí que nos vales!
Sabemos que, en 1585, la Inmaculada Concepción fue proclamada patrona de los Tercios
españoles de Flandes e Italia por el milagro mariano sucedido en el
lugar holandés de Empel.
Sabemos que, desde 1644, España celebra a la Inmaculada Concepción como protectora, rememorando para ello
lo sucedido en dicho lugar.
En 1760, Clemente XII proclamaba
a la Inmaculada patrona de España, las
Indias y sus Reinos.
El origen de la devoción a la Inmaculada Concepción es tan antiguo como la Iglesia, lo que se llama de origen apostólico, de modo que Pío IX declaró la Inmaculada
Concepción dogma de Fe en 1854. El 8
de diciembre se celebrará su fiesta con un carácter nacional en toda
España.
También sabemos que en 1892, la Inmaculada Concepción se
convirtió en la patrona de la Infantería del Ejército Español,
aunque ya lo estaba implícitamente como continuadora de los Tercios españoles.
Repasemos con paciencia estos hechos
de importancia inigualable.
Año 1585. “El milagro de Empel: cuando Dios
fue español” (J. A. Rojo Pinilla, y otros), es fruto de la intercesión de
la Virgen en su cuidado solícito por España. La batalla del monte de Empel ha
pasado a los anales de la historia victoriosa de la Infantería española. Ocurrió
en la prolongada una batalla mantenida entre los tercios españoles y el
ejército holandés, enmarcada en la guerra de los ochenta años (1568-1648).
Los soldados españoles quedaron sitiados, bloqueados y sin apenas víveres en
la isla holandesa llamada Bommel. Esta se encontraba entre los ríos Mosa, Waal,
y Afgedamde Maas. El Tercio estaba mandado por don Francisco Arias de Bobadilla
–conde de Puñonrostro-, que tenía a su cargo unos cinco mil soldados. La situación
de los españoles llegó a ser absolutamente desesperada. Ante la negativa a
rendirse, el holandés Holak abrió los diques para inundar el campamento
español. Los españoles, presurosos, se enclavaron en la altura de Empel, donde
se prepararon para la defensa. Pues bien, cuando se dispusieron a cavar una
trinchera, uno de los soldados del Tercio Viejo de Zamora encontró en el fango una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. El Ejército improvisó un altar, y pasó toda la noche
rezando a la Señora. No fue en vano. ¿Qué ocurrió durante esa noche? Las aguas
del río Mosa se helaron debido a un viento huracanado, muy frío y del todo
inusual, muy poco comprensible fuera del invierno, a comienzos de diciembre,
junto al mar, y en una sola noche… Todos
atribuyeron el inusual y gélido viento a la intercesión de la Señora.
El helado río Mosa permitió a los españoles tener una salida “material”, y
atacar por sorpresa a los barcos holandeses aquella madrugada del 8 de
diciembre de 1585. Fijémonos en la
fecha y también en el aguante del hielo a pesar del peso de la infantería
española, armada de picas y arcabuces. Los españoles de infantería atacaron por
el río Mosa, asaltaron y destrozaron los barcos. Es la primera vez que una
flota de guerra era vencida por tropas de tierra. Después, el Tercio asaltó las
defensas holandesas a pesar de estar protegidas por su artillería.
Unos 5.000 españoles derrotaron a cien barcos y unos 30.000 holandeses
protestantes. Reconocida por todos la intercesión de la Señora, la Inmaculada Concepción fue proclamada al día siguiente patrona
de los Tercios españoles de Flandes e Italia. Los cuadros de Ferrer Dalmau recogen el origen de esta
devoción con su habitual preciosismo y una profunda delicadeza.
Casi sesenta años después, desde 1644 en España celebrará
a la Inmaculada Concepción como protectora, rememorando para ello lo
sucedido en las tierras de Empel. Más de un siglo después, en 1760, Clemente XII proclamará la
Inmaculada patrona de España, las Indias
y sus Reinos a instancias del Rey de España.
España siempre creyó y extendió el glorioso título de la Inmaculada Concepción de María. Hizo mucho para su reconocimiento universal antes de que el Papa Pío IX proclamase como dogma de fe que, por una gracia singular de Dios, María fue preservada de todo pecado, desde su concepción. Esta doctrina se remonta a los apóstoles, aunque Pío IX proclamó el dogma el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus. Era en pleno auge del racionalismo y en una sociedad cada vez más materialista. Su texto dice así:
"...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles..." (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854)
Se escogió el 8 de diciembre porque si según el calendario eclesiástico Nuestra Señora nació un 8 de
septiembre, resulta que fue concebida sin mancha de pecado el 8 de diciembre
anterior. Además, por lo que respecta a España, coincide con la batalla de
Empel que fue el 8 de diciembre.
Los españoles profesaron la verdad
de la Inmaculada Concepción durante toda su historia. En Navarra y Aragón se defendía la Inmaculada desde el siglo XII. En 1652
es el “juramento del voto Inmaculista” prestado por las corporaciones sociales
de Castilla. En Navarra, los miembros de la Diputación del Reino juraban
defender el misterio de la Inmaculada Concepción al comenzar su cargo, acostumbrado
en muchas corporaciones españolas. Y la Juventud carlista de Pamplona obtuvo de
SS. Pío X el privilegio de celebrar la festividad de la Inmaculada Concepción
el domingo siguiente a su octava. Así se ha celebrado sin interrupción hasta
hoy.
Triste es la aflicción la de la Patria. Sí,
la Patria ha pecado.
Inmaculada Concepción, madre de España, confía
al hombre y la patria a la Redención de Tu divino Hijo, porque no hay pecado
que por su intercesión no obtenga el perdón de Dios.
¡Oh Señora Inmaculada, Tú sí que nos vales!
JFG 2022
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