Agenda
“Hay
que acometer una obra inmensa; una inmensa reconstrucción social y
política, levantando en ese país desolado, sobre bases cuya bondad acreditan
los siglos, un edificio grandioso en que puedan tener cabida todos los
intereses legítimos y todas las opiniones razonables (…)
España no quiere que
se ultraje ni ofenda la fe de sus padres; y poseyendo en el catolicismo la
verdad, comprende que si ha de llenar cumplidamente su encargo divino,
Sabiendo, y no
olvidando, que el siglo XIX no es el siglo XVI, España está resuelta a
conservar a todo trance la unidad católica, símbolo de nuestras glorias,
espíritu de nuestras leyes, bendito lazo de unión entre todos los españoles
(…).
El pueblo español,
amaestrado por una experiencia dolorosa, desea verdad en todo, y que su rey sea
rey de veras y no sombra de rey; y que sean sus Cortes ordenada y pacífica
junta de independientes e incorruptibles procuradores de los pueblos, pero no
asambleas tumultuosas o estériles de diputados empleados o de diputados
pretendientes; de mayorías serviles y de minorías sediciosas (…).
Ama el pueblo español
la descentralización y siempre la amó; y (…) así como el espíritu
revolucionario pretende igualar las provincias vascas a las restantes de
España, todas estas semejarían o igualarían en su régimen interior con aquellas
afortunadas y nobles provincias.
Yo quiero que el
municipio tenga vida propia y que la tenga la provincia, previendo, sin
embargo, y procurando evitar abusos posibles.
(Quiero) dar a esa
España la amada libertad, que sólo conoce de nombre; la libertad, que es hija
del Evangelio; no el liberalismo, que es hijo de la protesta; la libertad, que
es al fin el reinado de las leyes, cuando las leyes son justas, esto es,
conformes al derecho de naturaleza, al derecho de Dios (…). (Y) si el país está
pobre, vivan pobremente hasta los ministros, hasta el mismo rey (…)”.
(Carta de Don Carlos VII a su hermano el Infante Alfonso Carlos de Borbón y de Este, París a 30-VI-1869).
DIOS – PATRIA – FUEROS - REY
En Pamplona, los carlistas celebran la Inmaculada el domingo siguiente a su Octava, es decir, el domingo día 19, por especial privilegio de San Pío X. Así se ha venido haciendo desde comienzos del siglo XX.
La Redacción
No hay comentarios:
Publicar un comentario