AGENDA
Día grande en Navarra.
La Hispanidad nos recuerda a los miles de navarros que viajaron a las Américas durante siglos.
Pero sobre todo nos recuerda la aparición de Nuestra Señora en carne mortal a Santiago apóstol en el Pilar de Zaragoza, para animarle en la difícil evangelización de la Hispania romana. Ahora ha comenzado la nueva evangelización, por dejación culpable de la anterior, y seguramente va a ser más difícil que la primera. La España oficial está muy lejos de la España real, y aquella está corrompiendo la sociedad a marchas forzadas. Se equivocaron los que creían que la política era poco importante, y los que paralizaron toda iniciativa sociopolítica que se comprometiese a respetar y acatar el reinado social de Jesucristo. Ahora que no se quejen y no den lecciones.
Las leyes en España son de las más corruptas del mundo. Por eso, clamamos con dolor y ardor: Nuestra Señora del Pilar, ¡ruega por nosotros! ¡ruega que padecemos!
Como la Comunión Tradicionalista Carlista no es una asociación piadosa sino una recia comunión sociopolítica de los españoles por excelencia -según afirmó el rey Caros VII-, nos proponemos restaurar la sociedad y política cristianas, que tanto bien y progreso, tanta tranquilidad y equidad social, y tanto desarrollo cultural ha dado a medio mundo.
La Hispanidad no ha sido avariciosa ni comercial, ni se ha metido en casa ajena con trampas o a codazos, ni ha sido amiga del capitalismo salvaje o del capitalismo de Estado (socialismo), ni de las oligarquías de poder -hoy en gran medida corruptas y compradas con dinero-, ni rinde culto la explotación moderna del hombre por el hombre y a la explotación indiscriminada de la naturaleza.
España es una potencia en germen. Sus enemigos -que los tiene- lo saben y la envidian. La Hispanidad llena la mitad del mundo, y se caracterizó por su fidelidad católica, por ser abanderada con los hechos de la fé de Cristo, por el mestizaje, la apertura a nuevos horizontes, la unidad en la variedad, la pasión por la vida, la cultura y desarrollo de toda persona y sociedades, el respeto a las buenas obras de los padres y la fidelidad a la familia elegida para gobernar en última instancia lo que le corresponda, que la sociedad puede hacerse muchísimas cosas ella misma.
F. de M.
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