Un ajetreado 14 de abril de 2018
En éste ajetreado 14 de abril se ha hecho propaganda en Pamplona de la bandera republicana por la IIIª República.
Los carlistas, amigos de la paz y la verdad, han dejado huella reorientando semejante propaganda, alucinante por sus abaundantes medios económicos.
Se ha escuchado la Internacional por la calle, lo que indica la asociación de la República al comunismo y al separatismo. ¿Pero no saben que las dos repúblicas en España conllevaron un tremendo desastre? Nunca más.
Por la tarde, una marcha ha llenado la plaza del Castillo de la vieja Pamplona. Muchos eran de aquí pero también había muchos de otros lugares: Bilbao, Madrid etc. Recordemos los tremendos sucesos de Alsasua, cuando unos personajes dieron una paliza a dos guardias civiles que estaban descansando con sus parejas. Se ha dicho, escudados en considerar que las penas pedidas eran muy elevadas: "en 2015 se reformó el código penal supuestamente con la intención de combatir el yihadismo (...) Hoy día, bien sebamos cuál es su fin: se quiere condenar a la sociedad al miedo y al silencio". Los manifestantes se han considerado defensores de los derechos fundamentales, de un tribunal no alejado de la realidad de Navarra, y han negado que el juicio se realice con las garantías mínimas para un juicio justo.
Aquí tenemos el tendencioso lío de siempre: mezclar una supuesta causa justa (las penas exageradas) con una denuncia a la legalidad democrática, la denuncia a las instituciones democráticas, el rechazo a las fuerzas de seguridad. El Ejecutivo de Uxúe Barkos ha apoyado abiertamente a lo violentos, y quiere superponerse y presionar a los tribunales de Justicia. Según Covite, y lo dice con razón: "La presidente Barkos ha cerrado filas con los agresores".
En efecto, aquí se dirime una cuestión mayor: la protección a un ambiente terrorista creado por "matones" frente a la seguridad ciudadana más elemental, el asalto a las instituciones y a los cuerpos de seguridad frente a la justicia y al respeto a los derechos fundamentales, el dominio de la calle por los "matones" frente a la tranquilidad, los derechos más básicos y la seguridad pública, y, por último aunque es lo primero, la creación del Euzcadi de la mitología nacionalista.
Fermín de Musquilda
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