ALGO QUE DECIR
La
penúltima traición del PP
/ 27 octubre, 2017
El
Partido Popular no merece otra cosa que ser demolido por entero y reconstruido
desde los cimientos. O quizá ni eso.
“No hay ninguna
controversia ni conflicto con la educación en Cataluña”. Lo ha
dicho en la tribuna de las Cortes don Íñigo Méndez de Vigo y Montojo, IX barón
de Claret, ministro de Educación y portavoz del Gobierno. Es asombroso. Es la
penúltima traición del PP.
Si existe alguna certidumbre en Cataluña, esa es
precisamente la gravedad del conflicto en la Educación, que desde hace cuarenta
años viene siendo utilizada por el separatismo como un instrumento de
“construcción nacional” (catalana). Lo sabe todo el mundo al menos desde 1990,
cuando se filtró el Programa 2000 del Gobierno Pujol, que prescribía
expresamente “impulsar el sentimiento nacional catalán de los profesores,
padres y estudiantes”. Lo sabe todo el mundo, sí, y nadie ha hecho nunca nada.
¿”Ningún conflicto”? El señor ministro acumula sin duda muchos defectos, pero
entre ellos no se encuentra el de ser un imbécil. Por consiguiente, el señor
ministro miente y sabe que miente. Pero la hija única de don Íñigo Méndez de
Vigo y Montojo, IX barón de Claret, jamás tendrá que estudiar en un colegio
público de Mollerussa.
¿Por qué miente don Íñigo?
Sin duda, porque la voluntad del Partido Popular –como la del Partido
Socialista- es mantener el statu quo y favorecer que la
educación siga en manos de los separatistas. Nada se entiende en el marasmo
político de España si no se parte de la base de que nuestra democracia reposa
en realidad sobre un reparto neofeudal de esferas de poder. Dentro de ese
reparto, la porción que corresponde a los nacionalistas (vascos o catalanes) es
tan intocable como la de las oligarquías financiera, sindical o autonómica. Es
la misma razón por la que hace pocos días, en idéntica tribuna del Congreso, la
diputada del PP Elena Bastidas, la misma que antes había criticado el
adoctrinamiento separatista en la enseñanza valenciana, se contradijo a sí
misma para proclamar que “casos aislados es posible que los haya, pero no se
puede criminalizar a todos los docentes”.
¿Contradicción? En
realidad, no. Simplemente, estamos ante la penúltima traición
del PP. Traición a su electorado y a los principios que dice representar.
¿Enumeramos? Mantenimiento del plan Zapatero sobre ETA e institucionalización
política de los terroristas, desmantelamiento de las plataformas cívicas y
mediáticas de la derecha social, ejecución de una política fiscal confiscatoria
y destrucción de las clases medias, consolidación de la Ley Zapatero-Aído del
aborto, consagración de la ley de matrimonios homosexuales, implantación de
políticas liberticidas al dictado del lobby LGTBI, mantenimiento de la Ley de
Memoria Histórica… Cosas todas ellas que el PP en su día criticó y denunció,
pero que Rajoy y Soraya han abrazado como propias. ¿Es preciso seguir? Faltaba
alguna otra traición manifiesta sobre el asunto catalán, y don Íñigo Méndez de
Vigo y Montojo, IX barón de Claret, nos la ha servido en bandeja. No, no hay
contradicción. Sólo hay traición. Programada y deliberada.
El Partido Popular de Rajoy y Soraya se ha
manifestado como lo que realmente es: no un partido de representación, sino un
partido de neutralización. El objetivo del PP no es representar a la derecha
social, sino neutralizarla: capturar su voto y mantenerlo cautivo bajo el miedo
a que gane “la izquierda”. Y así cautiva, a la derecha social no le queda otra
que resignarse a ver cómo su partido aplica la política del enemigo, ya se
trate del nihilismo social o de la cesión ante el separatismo. Esta de dejar a
los padres de familia catalanes a los pies de los caballos separatistas ha sido
la penúltima traición. O sea que no será la última. Habrá más. Por ejemplo,
pergeñar una reforma constitucional, de facto o de iure, que satisfaga las
ambiciones del nacionalismo en Cataluña. Lo veremos.
El Partido Popular no
merece otra cosa que ser demolido por entero y reconstruido desde los
cimientos. O quizá ni siquiera eso. Bastará con dejar una
pequeña columna con una inscripción que diga algo así como “La traición es la
astucia de los cobardes”.
La Gaceta
(La imagen adjunta la añade nuestra Redacción)
(La imagen adjunta la añade nuestra Redacción)
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