LAS REALIDADES planteadas por los tradicionalistas españoles -los carlistas- son una vez más absolutamente actuales.
Se ha realizado el escrutinio final de las elecciones: 123 escaños PP, 90 PSOE, 69 Podemos, 40 Ciudadanos, 9 ERC, 8 DL, 6 PNV, 2 IU, 2 Bildu y 1 Coalición Canaria. Gran dispersión de voto en un pueblo cansado y desengañado. Todo es un lío. A ello se suma la mucha abstención. Y el niño bonito del PSOE mantenido por arte de birlibirloque, pues de ir a la deriva no se ha producido la debacle sino que ha remontado.
Algunos quieren hablar de nuevos criterios de clasificación: al clásico de derecha e izquierda, quieren que le suceda el vistoso criterio de lo viejo y lo nuevo. Claro está que esto beneficia a los llamados emergentes, que si lo son es por el cansancio y desencanto social. Criterio absurdo porque los emergentes se incluyen en el viejo sistema. El sistema liberal es el viejo y problemático. Por otra parte, todos -viejos y nuevos- desmienten sus nuevos aires renovadores cuando dicen en falso que gobernarían con criterios de Estado en vez de criterios de partido, o cuando dicen mostrarse abiertos al diálogo con la excusa de sumar al todo social pretendiendo en realidad sacar el máximo rendimiento a los votos recibidos.
Bien estaría eso, pero todos lo dicen por interés propio o para quedar bien ante la galería. Continuamente se desmienten en la práctica. En realidad, lo que prima en las elecciones y después de ellas, es el interés de partido, máxime cuando ninguno de ellos ha alcanzado sus aspiraciones (ni siquiera Podemos) e incluso han bajado lo señalado por las encuestas (Ciudadanos).
Para nosotros, los carlistas, todos los partidos son más de lo mismo, llámense derechas, centro, izquierdas y todas sus combinaciones; llámense de ayer o bien nuevos. Desean una cosa pero dicen otra. Dicen una cosa pero hacen otra. Al final la realidad se venga -digámoslo así- en todos ellos. Nosotros queremos una verdadera representación social en la política así como un criterio de autoridad al servicio del bien común.
En España sobra la partitocracia y falta una sociedad organizada. Dicha sociedad organizada contiene precisamente los mimbres de la política cuando está representada ante el poder político supremo, para así trenzar el gran cesto a llenar de pan para todos. Y el llenarlo depende de la sociedad, de si hay más sociedad y menos Estado. Que la sociedad, la gente, no es tonta. No desconfíen de ella. Déjenla. Sin duda la sociedad es la que más quiere y puede llenar el cesto de la vida.
Por cierto, los nacional-separatistas se han ido -hasta la siguiente- al garete. Los de Bildu lo han hecho a propósito porque saben que por la vía abierta y directamente secesionista (el caso de Mas) nada conseguirán. Se echan en brazos de Podemos como vía intermedia y eficaz del radicalismo secesionista. Podemos les daría el Estado nacional en una España federal. En Navarra los del PNV versus Geroa Bai no engañan aunque oculten la ikurriña y aparenten ser muy forales.
Las preocupaciones de la gente se han podido expresar en el rebote podemita que ha canalizado el descontento dentro del sistema. Pero con rebotes no se puede sino fastidiar a todos una temporada más o menos larga. El afán de protesta del hispano está servido y alentado. Pues sí: Podemos es tan importante como el PNV en Guipúzcoa, casi tanto como él en Vizcaya y superior al PSOE en Navarra.
Ahora vendrán los pactos, los posibles pactos, los obligados pactos, y el pánico de los votantes al ver que su voto se va de patitas a la calle es de órdago. Si de esto no han hablado en las elecciones, los pactos son el hecho.
Avisados estaban los electores. Avisados quedan de nuevo para las siguientes.
Como mostraba De la Hoz en solitario para su tiempo, nosotros también queremos una verdadera representación social. Esta representación no la da el sufragio inorgánico y universal, sino el funcionamiento autárquico de las instituciones sociales, el más sociedad y menos Estado, la limitación del poder político, y la proyección política de dichas instituciones.
Y reclamamos con fuerza el derecho de los niños no nacidos. Si no, hasta los mayores sobramos.
Está visto que sólo Dios Jaungoikoa es la esperanza y
el escudo del más débil.
Ramón de Argonz
21-XII-2015
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