AL MEDIODÍA del pasado sábado día 16, bullía por la avenida San Ignacio de Pamplona una manifestaldia ruidosa y -siento decirlo- insultante, porque en ella se arremetía con altavoz en mano contra la Iglesia católica por defender ella el irrenunciable derecho a vivir de los concebidos y aún no nacidos. Los manifestantes -ellas y ellos- insultaron a la Iglesia católica, al Opus Dei, y a todo lo que se les antojó, reclamando y exigiendo el derecho al aborto.
Exigían que uno pueda hacer lo que le de la gana con su cuerpo, incluyendo eso el matar a una persona en el vientre materno. También ahí se confunden de lleno, porque una cosa es el propio cuerpo (al que siempre hemos de respetar y no tratarlo como una cosa) y otra el cuerpo de otra persona en el vientre de su madre. A nadie se le obliga a "follar o no follar" (la bestialidad de los manifestantes nos contagia el barbarismo, que usamos para taparles la boca a quienes tachan a los demás de "ñoños"), sino que a todos se nos exige reconocer el irrenunciable derecho a la vida de la persona humana concebida y aún no nacida.
Es una cuestión tan de mínimos que las pasiones desatadas y el orgullo del anarcoide del "qué me dicen a mi" sólo puede recurrir al insulto y a la fuerza.
Del insulto ya hemos hablado. De la fuerza daban muestras los gritos, los gestos, el desafío hacia todo el entorno, y las barbaridades verbales hacia la Iglesia y su culto. !Cualquiera les llevaba la contraria¡ No obstante, alguien dijo a la chavala emakume del micrófono que difícilmente podría cometer el sacrilegio que amenazaba cometer (decirlo todo lo ensuciaría...) por lo fea que era. Y nadie entre los ofensores dijo nada a nuestro "resistente". Está visto que cuando se les dice las cositas claras, es como que se van callando. Son brutales porque son débiles, fruto de su falta de carácter y, en última instancia, de una forma de vida que da pena.
Los manifestantes se pasearon por el centro de la ciudad y ensuciaron una pared exterior de la iglesia de San Ignacio (una pintada a color morado, colorcillo este que es el suyo de la muerte) y otra pared de la parroquia de San Nicolás (una pasquín grande y varios pequeños de carácter sórdido).
Pintada abortera enla fachada de la iglesia de San Ignacio. Foto:JO2015 |
Aquí vemos lo que se escribió con tiza blanca sobre la pintada abortera, a la espera de que después se borrasen ambas. El tal quiso ser rápido, responder al mensaje de forma explícita, y cambiar de dirección el contenido de la pintada aberrante. Pues bien, al día siguiente por la mañana, dos voluntarios carlistas borraron ambas pintadas -morada y blanca superpuesta-, con un mensaje implícito mientras borraban todo.
Unos jóvenes católicos limpiaron generosamente la fachada de la iglesia de San Ignacio. Ojalá muchos les imiten sacudiéndose el sopor y la modorra producida por la falta de Fe religiosa Foto:JFG2015 |
Interesantes ambas formas de borrar lo aberrante según la urgencia del caso. ¿No?
Está visto que la policía protege a los bárbaros, que no hace ni caso al ciudadano de a pie aunque tenga el reglamento municipal a su lado, y que la gente que se dice de "bien" duerme plácidamente, acostumbrada y aburrida de la tabarra que le da la actual partitocracia reinante que ha traído la actual situación de inoperancia, pasotismo y disolución social. Si el pintor en ese momento hubiera sido un "derechoso", la multa sería inmediata y el linchamiento público.
Habrá que decir también que la denuncia presentada por tres miembros de Impulso Social contra los boicoteadores abertzales del acto electoral que realizaron hace un año, está en una situación de "si te he visto no me acuerdo". ¿Estado de Derecho con estas actuaciones de sus representantes inmediatos al ciudadano? "- Que ni p'a diez".
El Joven Observador
Pamplona/Iruña, 16 y 17-V-2015
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