Boletín Oficial de la Comunión Tradicionalista Carlista de Navarra

martes, 21 de febrero de 2023

Trabajo y riqueza. Otra debe ser la lucha por el Bien Común. Grandes errores laborales y partecitas de razón.

 Opinión

Ya no saben qué hacer. Ya no saben qué decir. ¿Y eso por qué? Pues porque tienen todo, aunque realmente no querían nada. Estaban muy enfadados consigo mismos y poco más. Pero han sido bien utilizados por los que buscan desmontar todo para hacer tabla rasa a su gusto.

Ya casi sólo quedan los «anarcos» (CGT) diciendo algo para hacer el paripé. Están desmemoriados y sin rumbo. Sin políticos propios que les traicionen, son la cara protestona de los sindicatos del poder político, UGT y CCOO, y sirven indirectamente al PSOE y Podemos. Su maximalismo, para aquellos que les va «el rollo» exagerado, es simplemente un cero, de modo que sus amos nunca estuvieron por hacerles caso.

Los «anarcos» exigen haciendo el bla bla bla callejero para justificar sus subvenciones.  Tan sólo tenían y tienen que hacer bulla. Cada vez se quejan menos porque se les ha ido la moral, si alguna vez la tuvieron o «se lo creyeron». Cada vez trabajan menos empapelando las paredes, porque se están cumpliendo los objetivos finales del marxismo o gran capitalismo suprenacional: el hundimiento de la economía española. Ahora, los «anarcos» se limitan a  poner el grito en el cielo por el Tren de Alta Velocidad en Navarra, y las macro granjas. ¿Qué decirles? Pues que estaría bien que estas últimas no sustituyesen a las granjas medias o pequeñas, aunque una macro granja puede ser de una cooperativa de los anteriores propietarios.

No saben qué hacer los engolados sindicatos UGT, CCOO… quienes más que defender el mundo laboral, lo hunden en una sima cada vez más profunda. Mandan los suyos con el gran timonel Sr. Sánchez y la Yolandísima como contramaestre. Esta última -diciendo que es muy comunista- menudo pisazo tiene, como el chalet de los Iglesias. No, Sánchez y Yolandísima no han traicionado a los ugetistas y los de comisiones. Saben a mariscada. Todos están felices. Estos marxistas ya no están en la calle, ni siquiera por un día, pues poco les importa todo, ya que todo lo tienen…. y a nadie dan cuentas.

Los socialistas de ultraizquierda, con distintas etiquetas que son lo mismo, salen a la palestra en el tema Hostelería. Reclaman cotizar lo que se trabaja, descansar 12 horas seguidas y cobrar pluses de nocturnidad y/o festivos. Pues bueno. Pero hay otras reclamaciones que son mucho más discutibles («Kontseilu Sozialista. Iruñerria»), porque: ¡cuántas veces nosotros hemos trabajado en otro sector más de lo que indica nuestro contrato porque había que sacar la tarea adelante! ¡Cuántas veces hemos sido profesionales todo terreno -dentro de un orden, claro- haciendo funciones realmente variadas! ¡Y nosotros nunca hemos cobrado horas extras aunque las hemos hecho a montones, y menos un 75% más caras! Aunque la empresa no era nuestra… era como nuestra, máxime cuando hay que dar calidad a los clientes. Si tiene que haber voluntariedad, muchas veces lo que falta es voluntad de trabajo y de servicio.

Estas exageraciones del marxismo de libro o químicamente puro, nada ocultan, pues en otro cartel relativo a la Hostelería, se destila una verborrea desfasada para escolares incautos: «El sistema capitalista es violento por naturaleza. Nuestra sociedad está basada en la explotación, la extracción de plusvalor. La solidaridad entre jefes y trabajadores no es una solidaridad que se puede construir entre compañeros. Es evidente quien manda y quien obedece. La lógica de las ganancias seno de los negocios, siempre prevalecerá sobre las relaciones. (…) (Sume a ello) en el caso de las mujeres trabajadoras, además, la ideología machista perpetua, entre otras cosas, la opresión de género dentro de la clase trabajadora, incluso en nuestros propios puestos de trabajo» («Itaia. Iruñerria»). Etc. Pues un escolar de Economía tendría fácil la refutación de este folclore ideológico con la economía mixta vigente en occidente.

La protesta de los LGTBI+ ya es de risa, porque acusan a las instituciones públicas de violencia contra el «sector». ¡Pero si ellos son los niños mimados en todos los sitios! Pero ¿qué quieren? ¿Que exista lo que no hay, porque no puede haber ya que la gente no sabe nada «de eso»? Para magos, otros. Quieren proyectos de servicio a corto plazo, atención a las zonas rurales, y recibir todo -es decir, que les paguen- para «decir» algo en plena «nada», pues por lo visto la gente quiere otra cosa.

Los anteriores son el paripé de una protesta social inexistente. La protesta social real iría por otro lado de presentarla alguien. Nosotros los carlistas tenemos mucho que decir, aunque no lo parezca por el escaso pulso de nuestro escaparate. No tenemos que callar porque sea la hora de hacer, pues además de no callar como primera forma de acción, también llevamos a cabo otras cosas. Y si no hacemos, nosotros tendremos la culpa. Vamos, pues, a anunciar como estos «desgraciados colegas» lo bueno que se puede y debe pensar, decir y hacer, sobre la propiedad, el trabajo, y tantas otras cosas.

No sabe qué hacer ni qué decir el PSOE porque ya ha hecho todo lo malo: las ratas tienen derecho a la vida, y no lo tienen los niñitos concebidos y aún no nacidos… a cambio de que les dejen robar a manos llenas y chulearse dando lecciones de la moral que no tienen. EL PSOE, Podemos y otros, significan el desprecio del hombre en todos los ámbitos. Todo lo están cumpliendo, y, sin duda, «a marchas forzadas» y «mucho antes de tiempo». Ya no les va a quedar casi nada qué cumplir.


Ni siquiera sabe qué hacer ni qué decir el PP,
 que sólo ofrece no hacer alguna de las barrabasadas que aún no han hecho los del PSOE (el ataque contra la educación concertada, y la diferenciada donde la haya, la libertad del toque e campanas o la existencia de cruces a la vista en la calle). Nunca ha caído tan bajo este partido que nació muerto por el Liberalismo.

Del resto, diremos que al menos no pongan tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias.

La sociedad del capricho, del vacío, del aburrimiento está colmando la vida «oficial». La vida real… ya es otra cosa,  mucho más entretenida, viva y sufrida. Y santificable aunque uno las pase canutas. 

José Fermín Garralda










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