Santo patrón...
Así clamamos los católicos y españoles al ver el intento que hay por destruir la Fe que trajiste a España cuando Roma era pagana.
Así clamamos rendidos a tus pies, reconociendo nuestros pecados.
El haber creído los españoles que no necesitaban a Dios en la Constitución de 1978, que no necesitaban fijar en ella Su santa Ley, y que no era preciso un Concordato con la Santa Sede claramente ventajoso para la Iglesia -jerárquica al servicio de los fieles y las sociedades civiles-, un Concordato exigido por gran parte de los españoles en cuanto católicos, ha conllevado las peores leyes, los peores gobernantes, la tendencia de nuestros compatriotas al descreimiento, y a las catacumbas del silencio, el miedo y la cobardía.
¿Qué más queremos conservar para no perder todo? ¿Nuestro nombre y prestigio ante el mundo? ¿Nuestra fama profesional, gran inteligencia y pequeñas riquezas? ¿Nuestra aparente libertad? Y decimos aparente, porque su ayer el Liberalismo destruyó la Verdad desde una engañosa Libertad, y ahora se destruye la Libertad desde una engañosa fraternidad, reducida al igualitarismo de quien nada tiene ni es. Nada tendréis y seréis felices, nos han dicho. Y muchos no tienen ni la vida, que se les corta y arrebata.
¿Es que no sabemos que el Maligno es mentiroso y asesino desde el comienzo? ¿Qué engaños, cesiones cuesta abajo y mentiras que se multiplican desde los hechos nos han llevado a la situación actual?
Aunque a mucha honra seamos tradicionalistas, no nos acusen de serlo para negar nuestra crítica a la Constitución de 1978, porque el reinado social de Jesucristo con todas sus consecuencias en la práctica, las leyes y las declaraciones es doctrina de la Iglesia.
¡Santiago apóstol, rogad por nosotros y por España, que perecemos!
La Redacción
CTC de Navarra
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