Opinión
La Conferencia Episcopal Española nos convocaba este pasado 16 de diciembre a una
jornada de ayuno y oración para “pedir al Señor que inspire leyes que
respeten y promuevan el cuidado de la vida humana” ante la inminente aprobación
del Congreso de la Ley de Eutanasia.
Todos sabemos que para Dios nada es imposible, para eso es
Dios. Pero pienso yo si no debiéramos ponerle las cosas más fáciles.
¿Por qué no nos convocan a esa misma jornada de ayuno y
oración para suplicar al Señor el fin de este perverso Régimen del ´78?, ¿o
resulta que de un pozo lleno de mierda puede salir un aroma fresco y bueno?
Pues esto es lo mismo. De un Régimen que es perverso; de una
Constitución atea que avala el asesinato de inocentes en el vientre de sus
mamás; de un Congreso de los diputados con un alto porcentaje de delincuentes y
criminales; de un sistema que está absolutamente podrido, pero no ahora si no
desde su origen, ¿cómo pretender que el Bien prospere?
No podemos aplaudir un Régimen que es malo por naturaleza y
quejarnos de sus resultados. No podemos poner tronos a las premisas y cadalsos
a las consecuencias.
Por lo tanto, hoy más que nunca tengamos claro que el
problema no es Sánchez, no es Iglesias, no es Irene Montero; el problema es el
sistema.
Jorge Ruiz Lecuna
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