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Sólo la Iglesia católica en su ámbito y la Hispanidad en otro, pueden frenar y vencer la inmoralidad y materialismo promocionado por los nuevos tiranos de aquí, Nueva York y Pekín. Hispanidad que es una federación histórica, consumada y no voluntarista, espiritual, de pueblos que rezan al mismo Dios, lo mismo y en español.
La unión hace la fuerza, como faro que guía a los marineros.
También el dos de mayo de 1808 fue de "cuatro gatos" -como dice despectivamente un comentarista del pasado día doce-, una porción de madrileños de a pie y alpargata, con trabucos, cuchillos y hasta cacerolas. Salieron a la calles con entrega, convicción y la ayuda de Dios, siendo modelo para toda España, vendida por Godoy, "Príncipe de la paz" -como Sánchez "príncipe de la vanidad"-, a Napoleón, emperador francés, que siempre actuó sostenido por las bayonetas de sus ejércitos y, en España, por los afrancesados sin honra. Sí, el gran corso quiso imponer la Revolución de orden en el mundo, dominando para ello la monarquía hispánica. Pero el pueblo organizado en sus juntas le hizo fracasar.
La lealtad y la acción que la expresa hacen felices a quienes las mantienen, fervientes en una Causa nobilísima en medio de una sociedad egoísta y materializada, manipulable y escéptica, donde el motor no puede ser otro que el odio para así hundirse, o el amor que une, fortifica y fructifica.
Los políticos del tiempo del todopoderoso y servil Godoy, eran un desastre y, a pesar de ello, el pueblo español supo salvarse de ellos y del invasor con la ayuda de Dios. El alcalde de Móstoles está de alguna manera representado hoy en los Actos que se suceden en la ciudad condal, modelo de empuje y entusiasmo.
Hoy, las armas son otras, muy diferentes a las de 1808, y más que perder la vida física se podrá perder la libertad, pero nunca consentiremos perder la dignidad, que es del alma. La chispa provoca el incendio, la hora del despertar viene sonando a través de ecos lejanos, y los espíritus se preparan con la fuerza de sus padres y abuelos, que vivieron y transmitieron con sencillez y gozo la Verdad que nos hace libres.
Las familias, y la suma de familias e instituciones sociales, ¡oh pueblo!, nos llaman a la calle a reclamar con exigencia. Hacemos la reclamación ante las instituciones políticas, exigiendo las libertades de la sociedad, el respeto a los derechos fundamentales y las rectas conciencias, el derecho de los padres a la educación católica de sus hijos así como a los Centros de educación diferenciada, todo ello frente al bullying social, y a la pérdida del Concierto -que no es un regalo ni una concesión sino expresión del Derecho personal y familiar- en los llamados Centros concertados. ¿Cómo si no podemos mantener la paz, la concordia y a unidad de la sociedad y los pueblos de España?
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