Presentación de un libro
* * *
Vayan primero las palabras del presentador. Agotada la primera edición, esta
meritoria SEGUNDA EDICIÓN aumenta los contenidos, mediante corrección y sobre
todo ampliación, de las también 227
páginas de la edición primera. La segunda edición es más elegante, pues la
letra es algo menor, el papel ha mejorado y da menos grosor al libro, y las
cubiertas tienen una mayor calidad.
Damos nuestra enhorabuena al autor y a la
editorial Auzolan.
De formación universitaria, especializado en
Derecho Marítimo y funcionario de carrera, el autor ha investigado con rigor un
tema muy actual: la resistencia olvidada de los tradicionalistas o carlistas,
mártires del terrorismo de ETA. Ya la primera edición recibió amplios y
favorables comentarios del historiador Andrés Gambra, del sociólogo Javier
Barraycoa, de Andrés Valencia, Vaquero Oroquieta y Garralda, entre otros.
El autor ha sido entrevistado varias veces por el periodista Javier Navascués
(2021), recientemente ha impartido una conferencia titulada "Terrorismo de
ETA: la venganza del gudari", en el VII Congreso de la catalanidad
hispánica, y ha ofrecido decenas de charlas de historia del Carlismo.
Interesados en este triste y gravísimo tema, han querido presentar esta segunda edición, ampliada, en Pamplona. La
primera edición fue presentada en esta misma ciudad el 22-XI-2017, en el marco
de la cena-tertulia "Diálogos en Pamplona".
Creemos que el autor ha acertado en el tema. Señalamos varias razones:
1ª Hoy día, ETA, su entorno y no pocos políticos,
quieren blanquear el terrorismo en
democracia, que ha causado casi mil víctimas mortales, entre otros muchísimos
males.
El terrorismo ha marcado una generación. Aún es
difícil manifestarse contra él públicamente para "no
señalarse", y muchas veces hay que actuar como en catacumbas. Dicen que “hay que olvidar”… lo
que es tan reciente, “No, no te señales…” Pues bien, ocurre que miles de
familias fueron devastadas, se refugiaron en el resto de España, y otras fueron
aterrorizadas, salvo sus cómplices muchas veces situados donde ejercer
influencia social por pequeña que fuese. La calumnia acompañó no pocos
comentarios: "- Algo habrá hecho", "-Era traficante de
droga...". La mentira, si es la mayor y está dicha con la mucha
"convicción", inicialmente cala por la natural buena fe del receptor.
Una manera de llevar a cabo el blanqueo, es olvidar el tema del
terrorismo etarra, dar carpetazo polarizándose en la edición de algunos pocos
libros -aunque gruesos y de peso- y letreros en las calles, olvidarse de los
más de 300 asesinatos sin juzgar, y sobre todo, desde las posiciones del
entorno terrorista, echar cieno sobre los que consideran sus enemigos, hablando
unilateralmente –y otra cosa es el cómo- de un pasado remoto de hace 85 años.
2ª El libro trata sobre las víctimas más olvidadas, los tradicionalistas-carlistas. La
prensa que las reconocía como tales fue por entonces muy escasa y hoy es inexistente:
"El Pensamiento Navarro", "La Gaceta del Norte",
"Soria, hogar y pueblo", "El Alcázar" etc. Estamos ante una
resistencia familiar y sociopolítica de un parte de la sociedad, cuyas
motivaciones fueron soslayadas por la
partitocracia, y es hora de hablar de ellas en voz alta. Como las víctimas de
las que trata el libro fueron presentadas a retazos, omitiendo lo que pensaban
y luego se olvidaron de ellas, exigían una historia sistematizada a la cual da
respuesta en este libro. De ahí nuestro agradecimiento a don Víctor Ibáñez. Más
aún: fueron víctimas de sangre, después de ser víctimas en la vida
ordinaria, como sus parientes y amigos.
3º Es un libro que parte de la historia reciente y de sus intríngulis ignorados
y mal conocidos relativos al Carlismo, pero, al analizar los hechos de 50 años hacia acá -ese es el
límite de lo que se considera historia o actualidad debido a las fuentes-, el
libro se transforma en una interesante y dolorosísima narración de periodismo y
actualidad.
4º Este libro dice lo que casi todos los
periódicos callaban sistemáticamente: demuestra que los asesinados no
murieron por la Constitución de 1978, ni por la democracia liberal-socialista,
sino por lo que ellos vivían, creían, y por todo aquello que reconstruyó la sociedad española. Eran los ideales de siempre, arraigados en los
pueblos de España, sin polarizarse en época alguna, pueblos varios en su unidad
y portadores de paz y progreso. Aún no está todo dicho, por lo que -saboreando
antes la segunda edición- ya vendrá la tercera.
A su vez, se trata de un libro muy difícil de escribir porque logra:
1º La medida
entre el detalle y el no angustiar al lector ante la gravedad del tema, y la
medida también entre una adecuada visión global y la necesaria economía de
medios en la exposición.
2º Valentía,
pues el libro no tiene el respaldo del Gobierno de Navarra como afortunadamente
tuvieron los voluminosos libros de Javier Marrodán Ciordia y otros, Relatos de plomo. Historia del terrorismo en
Navarra (3 vols.). Además, ya sabemos quién gobierna hoy día en el viejo
Reyno: la coalición entre socialistas, comunistas y separatistas, muchos de
ellos amigos de los etarras.
3º Es un libro arriesgado porque trata de los
asesinados, pero también de los vivos,
pues en primer lugar hay que contar con las familias de aquellos.
4º El libro es único en su perspectiva de centrarse en contar el asesinato de
tradicionalistas o carlistas por la banda terrorista ETA.
5º También es casi único en relación con el terrorismo, pues en este tema el
miedo continúa y los tabúes se han consolidado: este es el precio para que los amigos de ETA estén en las instituciones
políticas y, al parecer, para que ETA deje de asesinar. Ediciones Gobierno de
Navarra y antes DYRSA, publicaron sus gruesos libros, pero desde luego no está
todo dicho.
5º En nuestros días ya no es fácil que se haga justicia por tales hechos recientes y en
democracia, pues existen muchos delitos pendientes de juicio y cosas que, al parecer,
nunca se sabrán toda vez que se tapan para –al parecer ingenuamente- terminar con
todo de una vez por todas.
* * *
Pasemos a la exposición del autor. La brevedad con la que recogemos su aportación, es por decoro y para incitar a leer la segunda edición de un libro que el mismo lector debe desvelar. En su intervención, el autor hizo una interesantísima exposición sobre el tema, y explicó qué le llevó a escribir el libro.
Asimismo, identificó
las fuentes utilizadas, muchas veces
omitidas por otros autores. La labor
documental de la primera edición se ha completado con testimonios orales,
contrastados y solventes que desde luego no están en otros libros. Por otra parte, en su primera edición, el libro recogía numerosas citas de la prensa convencional, por ejemplo de diarios como
“El País” y otros, para que, aunque todos los diarios trataban el tema con gran
dolor, ningún lector piense que se hace apología.
Víctor Ibáñez recordó el significado del asesinato inherente a la propia víctima, a sus
familiares y la comunidad que compartía sus propios ideales, significado que, al informar la prensa del asesinato, fue
soslayado –por simplificar y con injusticia- y ha quedado ignorado en la
memoria de la sociedad. Es muy cierto que ETA no sólo fue contra ellos, pero
también lo es que sus ideas y significación fue más que suficiente para ser
asesinados. Más todavía, según el autor, se conoce cómo eran los asesinados,
sus vidas, su pensamiento y sentimientos, sus actos, lo que echa por tierra la
canallada de identificarlos como enemigos del pueblo vasco. Muchos de ellos
eran vascos y de los buenos –quizás los mejores-. La ETA fue sobre todo
marxista, utilizó e instrumentaliza lo vasco, y de ello se aprovecharon hasta
hoy los separatistas aburguesados. Allá unos y otros, y mal para los demás, que
no para las víctimas y sus familias.
Ya se ha dicho que los tabúes permanecen en el
ambiente, y que hay una expresión que aún sangra: "algo habrá hecho".
Nunca los tradicionalistas o carlistas han ejercido de plañideras, y menos han
sido victimistas, ni han utilizado políticamente el sufrimiento propio o de
otros, a diferencia de quienes se han aprovechado del terrorismo esperando ver caer las
nueces del árbol. Tampoco se han callado y olvidado de sus muertos, en este
caso los asesinados por los terroristas.
El autor también hizo presente que el Carlismo es
el grupo político que más asesinados ha sufrido en plena democracia, aunque en
no pocos lugares sea una democracia aterrorizada por los asesinos y, hoy, por
el miedo heredado y renovado de muchas maneras. Varios de los
asesinados pertenecían a la Hermandad de
Caballeros Voluntarios de la Cruz, y, en relación con su número de
asociados, representan un altísimo porcentaje.
Esta segunda edición se ha impreso en unos
talleres gráficos navarros.
* * *
Para terminar, como presentador añadamos a posteriori que lo más violento y triste es que, quienes aplauden a los terroristas y siguen sin condenar el terrorismo, hoy tengan carta de ciudadanía, y hasta ocupen desde sencillos hasta importantísimos cargos públicos. Para colmo, recientemente arremeten -junto con sus protectores socialistas- contra gente ya muerta en una cruenta guerra civil, mantenida entre dos bandos, perteneciente a un pasado lejano y con la distancia de 85 años. Decir esto último, no supone -insistimos- ni justificar antiguos males objetivos y reprochables que tanto dolor dejaron, ni entrar al trapo de los agitadores, ni tampoco recordar los reprobables comportamientos de los llamados frentepopulistas en un pasado lejano, cuyas páginas ya son afortunadamente historia. Utilizar el dolor ajeno de entonces, las tergiversaciones y caer en el presentismo, es una triste manera de desviar el foco de atención del presente.
Por lo que fueron y defendían, y por lo que ellos subjetivamente
dieron su vida, los tradicionalistas o carlistas asesinados son mártires. Son los nuevos mártires de la tradición en plena
democracia aterrorizada.
R. de A.
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