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UN GRUPO de carlistas ha dado ejemplo de cómo vivir y llevar a práctica la verdadera memoria de la historia.
El monumento al general liberal Manuel Martínez de la Concha ha sido limpiado por los descendientes carlistas de quienes se enfrentaron a él. El monumento que el Gobierno erigió a éste general al servicio de la Iª República cinco años después de la batalla que le costó la vida, se encuentra en el mismo lugar en el que murió el general por heridas de combate en 1874. El lugar se llama Alto o Monte del Muru, y está en Abárzuza, lugar próximo a la ciudad de Estella, Navarra.
El pasado es patrimonio de todos. Se basa en la verdad explicada por los historiadores. Se vive desde la sinceridad y dejando descansar los hechos del ayer en sí mismos. Sin revolverlos. Sin utilizarlos como herramienta ideológica. Sin convertirlos en germen de nuevas disputas. Aprender del pasado no significa volver a él, ni manipularlo, ni aplicar presentismos hoy tan de moda por parte de quienes quieren traer el IIIª República, aunque no haya republicanos.
Así es cómo un grupo de jóvenes carlistas ha limpiado el monumento levantado al general Concha cinco años después de la batalla de Abárzuza, ocurrida entre el 25 y 27 de junio de 1874. El general Concha, uno de los militares mejores preparados, quiso atacar con 50.000 hombres la ciudad de Estella y para ello necesitaba tomar antes la posición de Monte de Muru. Pero no pudo. Se enfrentó a una tropas mucho menores en número, entre 15.000 y 24.000 soldados carlistas. Más todavía, la superioridad artillera de las tropas de la Iª República era abrumadora porque ascendían a 80 cañones. Las tropas del Gobierno no pudieron alcanzar la posición, el heroísmo de los voluntarios carlistas se lo impidió, y, tras ello, el general carlista Dorregaray -que junto con Mendiry tenía el mando del Ejército Real- ordenó un contraataque que acabó con el ejército republicano.
Los jóvenes carlistas conocen el pasado, aman a sus padres y bisabuelos, y respetan a los que fueron enemigos de estos. Hoy sábado, han limpiado el monumento al general Martínez Concha, que estaba abandonado, y piensan volver a terminar la faena. Colocaron un ramo de margaritas a los pies del mismo y, con gran respeto por todos, cantaron el Oriamendi. La columna truncada del monumento y su pedestal estaban pinturrujeada a lo talibán, seguramente por los marxistas-separatistas, a quienes les van bien esas sucias y cobardes iniciativas.
Esta limpieza y arreglo es un ejemplo de cómo vivir y llevar a práctica la verdadera memoria de la historia.
Fermín de Musquilda
Vergonzoso estado del monumento agredido por los talibanes de turno, que ha sido limpiado por un grupo de jóvenes carlistas.
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