Boletín Oficial de la Comunión Tradicionalista Carlista de Navarra

domingo, 26 de febrero de 2017

Haz pulular tu pancarta pro vida el 25 de cada mes ante el Parlamento de Navarra.

NOTICIA
Pamplona, 25 de febrero de 2017.
Concentración “ABORTO NO. Dios ama al embrión”
SE REALIZA enfrente del Parlamento de Navarra como todos los días 25 de cada mes de ocho a ocho y media de la tarde.
Muchos transeúntes o vecinos leyeron el MENSAJE de la pancarta, que es de lo que se trata, además de dar testimonio en la calle y plantear la protesta en las narices de las instituciones políticas.
El Acto silencioso se ha desarrollado una vez más satisfactoriamente. Lo que importa es que se lea el MENSAJE de la pancarta. Ojalá pululasen a la vez por toda la zona otras pancartas semejantes. Llevamos así más de 25 años y cada ocasión es una maravilla, en la que se recibe mucho más de lo que se da.


La  justificación está clara: a lo evidente de la defensa de la persona misma, se le suma un último fundamento que es la persona amada por Dios: “Dios ama al embrión”.  ¿No se dan cuenta los puritanos secularizadores de derechas y aguabenditeros, que recurrir de Dios es potenciar la persona, cuya existencia se da por evidente? ¿Cómo hablar de Dios si no damos por supuesta la existencia del embrión como persona? ¿No se dan cuenta que Dios no quita clientes ni rebaja argumentos ante el posible ateo o agnóstico?
La denuncia está clara: “ABORTO NO”.
La exigencia también lo está:¡ basta ya!. No puede ser que se mate día tras día a seres humanos y no haya una puñetera pancarta o voz en la calle reclamando algo. Cuando el crimen es algo público, la denuncia debe ser pública y no de sacristía. Si no es la misma calle, ya me dirán los comodones dónde puede ser.
Luego que nadie se queje de que los etarras estén en las instituciones y aún mandando, que haya paro, que los jóvenes tengan que marcharse de España a trabajar, que haya sectores en auténtica pobreza, que se vean caras largas y un descontento general por la calle a compensar con el futbol, los vicios personales y las compras….
Con mucho gusto un grupo de unos quince jóvenes pasaron y aplaudieron la pancarta. Mostraban alegría. Una voz les invitó a sumarse, aunque dijeron que ellos tenían su ruta establecida y que ya se manifestaban en la calle llevando un “Testimonio Cristiano a cada Hogar… porque todos necesitan a Jesús”. Ya sabemos a quién invitar la siguiente vez. Estos que son de fuera, vendrán, aunque no vengan los hermanos de la propia casa.
Un señor de edad se acercó a uno de nosotros y se presentó como amigo de Nicanor de Mañeru, nuestro veterano de boina colorá. Gran alegría. Como él no entendía, se le dijo: - ¿Hay partidos que defienden de verdad la vida? - Pues no… - Como esto es así, nosotros la  defendemos también desde la política, con esta pancarta, y aquí. 
Un asistente tiene su propio eslogan de respuesta rápida al que es partidario del aborto: “Pero tu ya vives…”, lo que interpela al vivo. Cuando se utiliza, nunca hay respuesta.
Una señora que se sumó por vez primera, añadió otra pregunta rápida: “Si Vd. -la abortera-, preguntase al embrión cuando le fuese a matar… ¿qué diría él?”. Ella dice que tampoco le responden.
Es que todo es tan evidente… que sólo muestra nuestro grado de ceguera.
Advierto que siempre se suma alguna persona, pero como ve que somos pocos pocos -entre 3 y 30-, dejan de venir. De ello se deduce la gran  responsabilidad que tenemos quienes conociendo la existencia de la concentración y siendo amigos de ella, sin embargo no acudimos por el motivo que sea. (Otra cosa es que sufran enfermedad u otras imposibilidades). Los hay que han acudido sin faltar hasta su fallecimiento y a pesar de sus enfermedades (Fernando Merino), y otros hasta que por alzheimer les resulta imoposible…
Un amigo de juventud me escribía hace muy poco: “Para poner la lámpara encima del celemín no hace falta un ejército, basta con que uno se agache un poco y la levante”. Gracias a ti, amigo.
Pues bien: adelante, hacer propaganda del acto, repartir octavillas y entablar conversación con los transeúntes.

Fermín de Musquilda

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