Boletín Oficial de la Comunión Tradicionalista Carlista de Navarra

lunes, 16 de marzo de 2020

El coronavirus y -por contra- el poder mundial que esta ocasión puede dar

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Esto es un pueblo para otros...
SALGA EL CORONAVIRUS al triste espectáculo del plató... Ya salió, y lo hizo de forma tan sorprendente que nadie lo podía imaginar. 

Pasaron no en vano algunos días y, al fin, ante la tremenda realidad, singularísima y cruel, que ha supuesto y supone, y ante el dolor y problemas humanos que han sido originados y originan, ¿qué puede decirnos un espectador participativo y crítico sobre esta tremenda epidemia

Hemos recibido el enlace que recogemos a continuación, y que casualmente conecta con las inquietudes que días atrás transmitíamos a algunos de nuestros conocidos. Es evidente que el mal del coronavirus y el contagio están ahí. Este es el hecho. Y si toda la vida, aislada del antes y del después, terminase en esto, sería estremecedor. Pero no, no es el final. 

https://www.elcorreodemadrid.com/nacional/940728138/No-solo-un-virus-es-la-extorsion-del-globalismo-para-achantar-y-suprimir-a-las-Naciones-La-gobernanza-mundialista-ya-esta-aqui-Por-J-Miguel-Perez.html

Y más pueblo....

Ignoramos el valor final de este buen artículo enlazado, pero coincidimos con él en no pocas cuestiones. Aunque el autor se nos ha adelantado, valga como aviso de navegantes cierta singular noticia, la del P 10, que nos remite a la Historia, y quién sabe si también nos dirige la mirada a la realidad de hoy mismo. Por eso, desde hace un tiempo vamos recogiendo información de las enfermedades víricas o bacteriológicas, pues un amigo - don Carlos Etayo (+) - nos avisó, hace ya cuarenta años, que llegaría un momento en el que seríamos capaces de provocar tales enfermedades y utilizarlas como plataforma de dominio. La guerra bacteriológica fue un anuncio, o estamos en ella. 

No entraremos nosotros a considerar la génesis o generación del coronavirus (nada añadiría, salvo la cita o noticia del Protocolo 10). Lo que más nos preocupan son, además del dolor originado,  las consecuencias que esta situación puede tener.


¿Pero qué va a ocurrir?.
Una preguntas es: ¿en qué desembocará todo esto? La respuesta depende de los elementos que estén involucrados (sanitarios, transportistas, alimentación, farmacia, seguridad...), y también de lo que removamos a la Providencia divina a actuar sobre nuestra vida religiosa y moral, laboral, económica y política, pues "a Dios rogando y con el mazo dando", dice el refrán.

¿Cómo terminará todo esto? Algunos hacen ver que sólo podemos confiar en nuestra resistencia biológica -¡oh vaso quebradizo!- gracias al apoyo sanitario, y en el paso del tiempo para ver quién se come a quién, si el virus a nosotros o al revés. ¿Confiaremos también y de veras en Dios-Padre, que no deja pasar oportunidad para Su acercamiento personal, la enseñanza y el perdón divino? Aunque las circunstancias que vivimos nos parecen muy poco o nada comprensibles, los creyentes estamos tranquilos, estamos preocupados aunque no tan alarmados como otros ¿No hemos dicho siempre que sin Dios es imposible construir la ciudad temporal? Un Salvo de David lo dice expresamente: "Si el Señor no construye la casa en vano se afanan sus constructores" (Salmo 127). Y si encima los albañiles políticos son de pacotilla, peor que peor; otra cosa muy distinta son los albañiles sanitarios, de enfermería... en quien nos confiamos. Al mal ejemplo que damos al silenciar Dios en los medios de comunicación y en los guasap particulares, debemos oponer la fuerza de la filiación divina con todas sus consecuencias. 

Como el mal vírico y lo que ha arrastrado con él, se ha hecho global en territorio y ámbitos de la vida, y la Providencia deberá actual globalmente. 

Sea lo que fuere, no se trata de mirar la suciedad o limpieza de otros países, sino, para hacer frente a la crisis psicológica inmediata, miremos cada cuál su entorno, mantengámonos tranquilos y despiertos, con esperanza, pero sin  cerrar los ojos a la cruda realidad del presente y a la dura realidad que amaga el futuro.

Miremos, desde los cristales de nuestro balcón, el vacío de nuestras calles y plazas, el encierro y aislamiento de nuestra gente. 

La situación que atravesamos es inconcebible. Es un completo imprevisto por el que vemos trastocado totalmente nuestro vivir cotidiano. Es alucinante a la vista, y nos obliga a estar a todos en espera. Que reconozcamos que esto es tremendo e inédito, no nos hace tremendistas a lo Cela, sobre todo porque es una realidad. 

Es extraña esta epidemia en pleno s. XXI, en un mundo donde la medicina y la ciencia están  en su pleno apogeo, y  existe una comunicación preventiva entre los países. China ya avisó... y el Gobierno español prefirió mirar a otro lado, arrastrándonos a todos en su estupidez. Es paradójico que este momento de la historia, en el que hay un máximo desarrollo humano (salvo moral, espiritual y religioso), lo estemos convirtiendo en una crisis global, fruto de guerras, asesinatos indiscriminados, inestabilidad política, crisis laboral, económica, bursátil, financiera y comercial, un aumento exagerado de la Deuda Pública en los Estados, esclavitudes mil, disolución global... 
De noche y de día sigue igual... ¿Vive alguien aquí?
La sensación ante esta imagen en abandono, puede crear angustia e incertidumbre, un miedo motivado y justificado. En efecto, he aquí una  amplia y bien urbanizada ciudad, como que llora desolada. No la reconocimos cuando ayer veíamos todo cerrado y las calles vacías durante la noche y luego durante el día. El silencio de la primera noche era total, mientras tronaba y llovía sin parar. El silencio del mediodía corroboraba el anterior. Además nos hablan de multas a quien salga de su domicilio sin motivo justificado (se permite salir, prevenidos, por motivo justificado de sanidad, alimentación, farmacia, culto religioso... según el artículo 11 del Decreto de Estado de alarma). 

El miedo nunca es bueno porque distorsiona, paraliza y anula las defensas psicológicas y morales, y coloca a la población a merced de quien sea. Del problema del coronavirus se han sonreído varios cargos públicos del Gobierno o Administración pública española con toda desfachatez e irresponsabilidad: parece que ellos son los niños bonitos del sistema mundial pues pueden decir lo que quieran sin que les pase factura. Nosotros, ante este tema tan serio hoy, pero también su mañana, queremos transmitir tranquilidad, no alarma, debido a la confianza en los profesionales y sobre todo a la esperanza cristiana que tenemos y que actúa en ellos. 

Agobiados todos con razón por el coronavirus, y con doble motivo por aquellos que hoy pierden sus negocios (PYMES, microempresas, autónomos...), el virus ha llegado a las cinco grandes masas continentales, y a todos casi a la vez. De sopetón. 


Esto sí que es el mundo, y el Poder sobre el mundo...
De vivir en nuestra propia y confortable aldea (pueblo o ciudad) nos han relanzado al mundo o aldea global. Querían globalización, y a la deslocalización de las empresas y capitales  le ha seguido la infección global vírica localizada en todos los rincones. Querían globalización, y ésta parece imparable... sobre todo por el gran mal que ahora mismo sufrimos en extensión y profundidad, con harto y agudo dolor, y con la extraña emoción de lo totalmente desconocido y nuevo. Pues maldita novedad. 

En el fatal coronavirus nos encontramos con un enemigo invisible, cuyo contagio depende para nosotros de un hilo. Es como si la vida se suspendiese... Tocar la mano o un objeto de un portador del virus, actúa como su fuésemos de porcelana y un "mírame y no me toques". Todos hemos gastado los mismos desinfectantes... y seguimos totalmente inseguros. Un contagio rápido,  silencioso, que puede ser total, nos paraliza. 

Una amiga chini nos escribe ante el cierre de su peluquería: "Yo no quielo ablil, si es obligatolio yo tampoco il, polque mantenel un metlo de los clientes no deja trabajal". 

Se trata de un enemigo inexistente si pensamos sólo en prevenir el contagio, y sin considerar a los ya contagiados. Un enemigo que además de sacrificar vidas -sobre todo esto-, sacrifica la convivencia, la sociabilidad, la confianza, multiplica los costes económicos y nos retrae de mil oportunidades. Un virus que en sí mismo es poco mortal, pero que produce estragos en aquellos países en los que hay pocos medios y hospitales (ante la dejación del Gobierno es el caso de España, a pesar de su IDH muy elevado),  un virus que sobre todo afecta a los pacientes ancianos y a la  población de riesgo como son los enfermos aquejados de otros males. 

Sí, estamos ante una psicosis intercontinental y mundial, con unas instituciones internacionales y nuestro Gobierno nacional español en Babia, impotente y colapsado. Ahora bien, ¿qué esperábamos si debido a la partitocracia y las ideologías, en nuestos políticos domina la mayor frivolidad, el reparto de cargos, el amiguismo en vez de la profesionalidad y la búsqueda del bien común?. Otra cosa muy distinta es lo bien que están sirviendo los sanitarios, enfermería, transportistas, alimentación etc.

Dicen que la posible saturación de plazas hospitalarias exigirá "elegir" qué enfermo curar. Ya antes -hace muy poco, al hablarse de la ley de la eutanasia en el Parlamento español- se ha dicho que los viejos somos inútiles para la sociedad. La señora Lagarde del FMI -y otros jefazos en el mundo- dijo algo horrible sobre el punto final de nosotros los ancianos. No en vano, en España el nuevo Gobierno socialcomunista y separatista quiere legislar la eutanasia, como ocurre en los cinco países más "progres" y asesinos del mundo. Creemos que si la pandemia del coronavirus llegase a África y otras zonas del Tercer Mundo, sería catastrófico

Algo tiene que pasar, bueno o malo, porque desde luego el mundo no puede mantenerse detenido, parado y en una cuarentena continuada, que en tal caso moriría de inacción. 


Creen que veremos un nuevo amanecer,
pero Dios no permita que veamos nuestro ocaso. 
El desequilibrio viene de atrás y desmiente los errores cometidos hasta hoy. Lo que se fue originando inconscientemente se vuelve contra nosotros. Estamos absolutamente envejecidos y carecemos de relevo generacional. Además, siendo tan viejos vivimos muy juntos. Los geógrafos advirtieron lo negativa que era la excesiva densidad de población y ahora las autoridades sanitarias exigen distancia de 1'80 metros y omitir el contacto físico. Advirtieron de la mala que era la macrocefalia urbana, dominante en el Tercer Mundo, que además resulta insostenible para una buena gestión. Quizás también haya sido perjudicial el acostumbrarnos a exigentes y continuos viajes turísticos de placer, muy globalizadores y caros. También establecer que las fábricas compren componentes semielaborados a empresas de otros lugares del mundo. Si a ello se suma la investigación científica sin límite alguno y contra toda bioética.... (cuántas barbaridades se han hecho en nombre de la ciencia), la manipulación de la vida humana con embriones, el desprecio de la vida con el aborto y la eutanasia que viene, la búsqueda de la utopía o de la religión sin Dios, la pasión por un poder in crescendo y cierto sentido maquiavélico y utilitario... la situación es muy complicada.

Cuando insistían que sólo debíamos mirar
al presente como faro y guía, es
porque ellos sabían que ya todo está dicho.

Y Maquiavelo es sólo un detalle.  
La paralización preventiva hundirá las economías locales y regionales, pues muchos no podrán ir a trabajar y el trabajo perderá eficiencia. Con ello se hundirán las nacionales e internacionales. Ante la crisis que viene, esto va a exigir que nos convirtamos en unos a modo de esclavos en libertad, figura que ya existió en la Roma antigua. Más todavía, tendremos que trabajar todos para pagar una Deuda Pública que además nunca podrá ser pagada, Deuda que en España está cerca del 100% del PIB, y que irá in crescendo por el actual Gobierno socialcomunista. No me parece del todo mal que varios jefazos del Gobierno español sepan qué es el coronavirus en su propio pellejo. 

Otro cambio. Ahora, para pagar ya no usamos dinero metálico o fiduciario sino la tarjeta bancaria. Antes la admitían únicamente para pagar cantidades, y ahora la admiten incluso para pagar el 1'20 euros de la barra de pan. Nos damos cuenta que el dinero de uso puede desaparecer, aunque no lógicamente como medida de cuenta. 


Caídos en desgracia toda vez que las instituciones de Gobierno nacional y la gestión pública se muestran incapaces, preguntémonos quién tendrá que velar por nuestra seguridad pública, unificando las oligarquías. Instituciones, clubes o talleres globalistas unificarán toda directriz, y todo protocolo de control, reacción social y supervivencia. Esta última, ¿exigirá un mundo dirigido, la planificación central en todo, y controlado? ¿Se planteará esto -no lo quisiéramos-, y, una vez planteado, qué ocurrirá? ¿Qué y cómo llegará la onda del mundo mundial hasta cada pueblo, refugio nuestro?

No sabemos qué va a ocurrir en un futuro próximo. 

1) Puede llegar una nueva época, con un Gobierno mundial dominante que "vele" por nosotros. La justificación sería hacer frente a los problemas y a la ruina económica de una sociedad débil y enferma -que algunos llaman "líquida" y hasta "gaseosa"-Si la Bolsa ha caído tantísimo, y sigue cayendo hacia la catástrofe, tranquilos todos porque ya habrá alguien que compre todo a bajo precio, aunque eso no sea bueno. Si el Gobierno español e  instituciones públicas, saturadas de cargos fruto del estatismo y la partitocracia, están en Babia y son inútiles, ya habrá alguien que las coordine con mano férrea, lo que tampoco es saludable pues sabe a dictadura totalizadora. Es igual que dicha mano sea comunista o del gran capital -que no por ello capitalista-: las manos son las  mismas. 

¿Ha llegado el momento de acelear el mundialismo? Este término es más preciso que el de globalización, que es más light, no es nuevo porque la hubo en los s. XVI-XVII y XIX, pertenece a una nomenklatura más "intelectual" y pedante, y ha sido muy útil para edulcorar el llamado mundialismo. Valiente tontería es eso de sentirse "ciudadano del mundo", en la que caen los sin patria, los desarraigados y hasta los nacionalistas-separatistas, que consideran al mundo como la suma de minúsculas naciones artificiales e independientes dirigidas por los mismos señores. 

Vendrá el mando único, los que puedan se harán con las riquezas muebles e inmuebles en un plis plas, y nos  sentiremos absolutamente dependientes de alguien externo, lejano y poderoso, lo que muchos no queremos mientras otros -la mayoría- se conforma con ello. Y viviremos  sujetos, al día, en una situación laboral y económicamente precaria, y en guardia permanente.


ESTE es la única salud y salvación del hombre, las comunidades,
Estados y organizaciones internacionales.
2) Podemos asistir a una pérdida de la fe en un Dios redentor del hombre, fruto de la desconfianza del hombre caído o abandonado a sí mismo, y fruto también de perder la oportunidad que se nos presenta ahora ante Dios-Padre. No permita Él que el hombre se descomponga en su ser y se abandone ante la amenaza que sufrimos, deseo por el que hay que rezar mucho.

3) Podemos asistir a un maravilloso fortalecimiento de la verdadera Fe, no sincretista, previa conversión, que es lo que deseamos ardientemente para todos. Que algo invisible como el coronavirus, que sólo es algo posible para quien no está infectado, pueda tanto... refuerza la pruebas existenciales de la realidad de Dios. Y de un Dios-Padre que actúa, se interesa por nosotros y nos redime. Sin embargo, la tentación acecha: "Si verdaderamente eres Hijo de Dios, baja de la cruz y sálvate a ti mismo".

O bien, 4)  puede quedar todo igual al menos en apariencia. Dios tiene sus designios, sus tiempos, y los hombres reaccionan con libertad porque a pesar de la actual masificación cada cuál sabe bien qué hay en  su interior. 

Mientras tanto, todos estamos delante del televisor cuyos canales siguen las mismas directrices. Son unidireccionales y acríticos. Todo un Sr. presidente del Gobierno, haciéndose el importante, nos ha dado sus indicaciones. Pero no sabe nada. Promete todo pero es muy tarde. Es peor que un inútil. Lo mismo diremos de los presidentes y consejeros autonómicos, muchos de los cuales no tienen ni idea. Ellos son pavos de corral y ellas jilgueros bien entrenados y entrenadas. Ahora la pregunta: ¿y por qué el 8 M se permitió? (- Tranquilos que nunca lo sabremos, aunque en los medios alternativos se habla de ello y se apunta a la incompetencia y el sectarismo ideológico de las nuevas aves de corral ministeriales). Desde luego, si miramos todos la "caja loca", y además con afán, quedaremos inevitablemente a merced del sesgo que los emisores de la información quieran dar a la realidad. De ahí que en la Web e Internet puedan ser un buen competidor al monopolio de los mass-media. 
Más que en estos gobernantes de pacotilla, nos fiamos
de los médicos, sanitarios, transportistas, supermercados...
y sacerdotes que velan por nuestro cuerpo y alma. 
Agradezcamos a los sanitarios, al sector de alimentación, transportistas, seguridad... y a la Iglesia -sacerdotes, párrocos, lugares de culto, cáritas-, sus desvelos. Los cristianos debemos estar presentes en los lugares de oración, en las iglesias, lógicamente guardando las medidas de prudencia, y en los lugares de atención espiritual y material a los hermanos, y no retraernos, perder vitalidad, y dejarnos dirigir por el qué dirán y el hacernos los simpáticos y obedientes de quienes dictan. Si otros están asustados, nosotros no debemos tener miedo. Más de 60 sacerdotes han dado su vida en Italia atendiendo a los demás, lo que sería muy complicado de tener esposa y familia (¿no es providencial la actual situación para mantener el celibato eclesiástico puesto hace poco en duda, y mantenido por el Papa actual?). 

Por eso, en cada pueblo y en todo el mundo, debemos hincar las rodillas delante de Dios, en nuestra habitación o bien en los lugares que se permitan para de culto divino. La Santa Misa se mantiene como celebración sacerdotal, y se permite que vayan fieles por la calle (Art. 11 del decreto español de Estado de alarma), guardando la distancia física entre sí. Sin embargo, cuesta encontrar iglesias por aquí en las que haya Santa Misa de fieles. En esto creo que nos estamos "pasando". Bien estará cerrar los Pasos de Semana Santa y otras muestras multitudinarias  o frecuentadas de Piedad popular, donde la masificación y los apretones son el tono normal. ¡Pero reducir la Santa Misa a la retransmisión en la TV, el ordenador o el móvil...! Esta forma de comunicar no gustaría a ningún matrimonio, a ningún novio, a ningún niño y anciano; los demás son más independientes por ahora. Tampoco gustará a quien sabe que la sacramentalidad es un signo visible y sensible. También debemos asistir a los enfermos, los sacerdotes deben llevarles los sacramentos,  realizaremos entre todos los trabajos ineludibles para que no recaigan sobre los mismos multiplicando sus riesgos, y nos pondremos a disposición del bien común. 

No en vano dice el secretario del Papa, P. Yoannis Lahzi Gaid, aún sin reflejar necesariamente los pensamientos de SS. Francisco I, que por encima de las instrucciones del poder secular necesarias para evitar contagios no se pueden relegar las instrucciones divinas. Si la Iglesia abandona a la gente en la epidemia, ésta luego abandonará la Iglesia. Los sacerdotes no deben ser espectadores sino que deben visitar los hogares tomando las precauciones necesarias. Los laicos y todas las almas que tienen miedo y se quedan solas, "Deben saber que pueden correr en cualquier momento y refugiarse en sus iglesias y parroquias y ser allí bien recibidos". La Iglesia debe ser el número gratuito al que pueda llamar cualquier "para hallar consuelo, para pedir confesión, para recibir la comunión, o para pedir oraciones por los seres queridos". Hay que hacer tanto o más que los supermercados, quioscos y estancos, hospitales y sanitarios. "Estamos entre los asustados y no entre los médicos, enfermeras,  voluntarios y padres de familia que están en primera línea de fuego" (Infovaticana.com 16-III-2020, por Carlos Esteban).

Pues bien, más que el presente, el mañana es el que nos da de alguna manera miedo. Y más miedo que a otros que ignoran lo que puede venir. Por eso, necesitamos más que nunca la Santa Misa y los sacramentos. En vivo, y no en diferido, virtualmente y cosillas semejantes .

Señor, Cristo Jesús, rey de los hombres, sociedades y Estados, ten misericordia de todos nosotros. Santa María, madre nuestra, ruega por nosotros. 

F. de M. 



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