OPINION
Ante el descaro de quienes apoyan el actual sistema-régimen político de un hombre-un voto para así hacer todo lo que los primeros desean, sin rendir cuentas a nadie (mandato imperativo), sin juicio de residencia, y sin representar los intereses reales de los votantes según la organización de la sociedad... ocurre que esos mismos son los que ahora no llegan a un acuerdo político para gobernar. Para explicarlo adjuntamos el enlace siguiente:
https://www.ahorainformacion.es/blog/imposible-alcanzar-un-gobierno/
El autor de la aportación es don Carlos Ibáñez Quintana, un carlista vizcaíno y doctor ingeniero que ha colaborado en muy diversos medios de comunicación. Siempre hemos advertido en él como cualidades la agudeza, la claridad y la brevedad en el razonamiento, amén de un claro sentido común, por otra parte muy poco común.
Seguramente los políticos del sistema partitocrático (no ya democrático) no llegan a un acuerdo de gobierno porque se dan cuenta del fraude que suspone este sistema tan cacareado, tan útil para las oligarquías de poder, y tan lejano al ciudadano (muchas veces ellos mismos hablan de contribuyente, como si la comunidad humana fuese una mera administración empresarial). Tales políticos quieren curar los errores del sistema con "más democracia", es decir, "más partitocracia", llevándonos a un imposible mitificado, a un callejón sin salida con unos gobiernos débiles e inestables, contestados por todos hasta por sus mismos votantes.
¿A quiénes viene muy bien la falta de Gobierno en España? A los separatistas (PNV, Geroa Bai, EH Bildu, Ezquerra etc.) que creen que los males de España serán sus propios bienes, al mundialismo que busca reblandecer y hasta controlar los Gobiernos de los grandes países y comunidades históricas, a los mahometanos que rechazan Europa, a los orientales que ansían extender su población por el viejo continente...
Más que de más democracia nosotros hablaríamos de la necesidad de una verdadera configuración y representación social y política, que es otra cosa, e incluye y ahonda las virtudes que tiene la verdadera democracia -no la espúrea o demagogia-.
F. de M.
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