Se ha trabajado con detalle la configuración, actuación y heroísmo de los Tercios de requetés en el Frente de 1936 por historiadores como Julio Aróstegui, Sálas Larrazábal, Larraz y Sierra-Sesúmaga, del Burgo Torres y otros autores serios como Nagore, Blázquez, Redondo y Zavala, López Sanz, Emilio Herrera etc. Este tema es único, cuna de profundidad de vida y trascendencia, naturalidad y heroísmo. Por ejemplo los requetés han llegado al periodismo con López-Sanz, a la narración con Is-Orval y Mikel Azurmendi, a la novela con Goñi Apesteguía, al dibujo de Sáenz de Tejada, a la pintura de Ferrer Dalmau, a la literatura de Pemán y a la poesía de Martín Garrido...
Para salvar la Religión y la Patria del caos, la anarquía y el comunismo, los carlistas navarros y el Requeté pactaron con parte del Ejército. Y los pactos entre caballeros se cumplen.
Durante varios días, el presidente Regional del Carlismo, don Joaquín Baleztena, publicó esta Orden en "El Pensamiento Navarro". Recogemos dos muestras de ello:
Además de ésta Orden de la Jefatura Regional, limpia y explícita, hay otra de la Junta de Guerra en un sentido semejante. Como este último tema no es para tratar aquí, nos remitimos a las publicaciones de del Burgo Torres (1970), Salas Larrazábal, y sobre todo y recientemente de Martorell (2010) y Miralles (2018) al respecto.
La Junta Central Carlista de Guerra de Navarra se centró en labores cotidianas del Frente relativas al equipamiento, bagajes, medicinas, correos, envíos, quejas etc. Sobre los aspectos de policía, denuncias y contradenuncias, represiones siempre angustiosas, intercesiones etc. véase MARTORELL, Manuel, "Los papeles de la Junta", en Rev. "Aportes. Revista de Historia contemporánea", nº 72 (1/2010),136 pp., pág. 82-94. A él me remito.
Hoy día, es frecuente en algunos, y sin duda intencionado para arrebatar el heroísmo de los requetés en el Frente de batalla, denigrar al requeté alegando actividades de retaguardia, clarificadas por Martorell. Pues bien, ambas realidades, Frente y retaguardia, son totalmente diferentes, aunque las milicias populares -en este caso anarquistas, comunistas y socialistas-, que sitiaban el alcázar de Toledo, descansasen y durmiesen en Madrid debido a su proximidad. Con esto queremos decir que se equivocan lamentablemente al "mezclar" Frente de guerra y retaguardia en Navarra, así como en el alcance y perfil de lo que algunos dicen sobre ésta.
Tales intencionados también olvidan la represión de baja intensidad que sufrirán los carlistas por parte del nuevo Estado nacional desde el minuto cero. Esto último lo explica Josep Miralles en su último libro.
Hace tiempo nosotros dejamos de insistir -a diferencia de lo que ahora otros hacen- sobre el dramático tema de la guerra, la postguerra y el Régimen posterior, dejándolo a historiadores monográficos serios, pues siempre faltan temas que estudiar y clarificar. Por ejemplo, algunos ellos como Casanova Nuez han analizado de alguna manera la "Memoria colectiva en la sociedad navarra de postguerra..." ("Gerónimo de Uztariz", nº 16, 2000).
Nos hemos quedado con el ejemplo de los buenos y de todo lo bueno a imitar, con las profundas enseñanzas del pasado, solidarizándonos con el dolor de los más próximos y de los españoles de uno y otro lado, sin buscar reabrir o causar nuevas heridas ni guerracivilismos, con nuestro especial reconocimiento a los carlistas y requetés, recordando el incomprensible olvido de una persecución religiosa sistemática, aceptando la verdad completa y no sesgada del ayer histórico, y sobre todo con la obligación de encomendar al Altísimo, a todos los que vivieron y sufrieron tales acontecimientos así como a sus parientes de ambos lados.
Lo hemos hecho con mucho amor y sin odio, lo que -así creo- contrasta con la visceralidad de algunos escritores documentados e ideologizados de hoy y la brutalidad de otros de su entorno. Personalmente a mí, como a otros, un grupito de escritores me ha querido hacer daño.
Con mucha frecuencia se sigue encontrando la bonita estampa que adjuntamos, pues, para los sencillos y anónimos en este mundo, "Ante Dios nunca serás héroe anónimo". Esto es mucho más que un consuelo: es la realidad del hombre configurado para la eternidad. A los 4.709 navarros muertos en el Frente, en los Tercios carlistas, banderas falangistas y unidades del Ejército, se dedicó el monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada. Se dedicó a su esfuerzo y heroísmo, expresión y síntesis del de los 42.937 hombres en pie de guerra (Salas Larrazábal). Este fue un reconocimiento de Navarra, de sus instituciones públicas y la Diputación Foral, a su heroísmo, y seguirá siéndolo para nosotros. Reconocer represiones en Navarra -no olvidemos las de navarros fuera de ella- no puede significar olvidar ni soslayar este heroísmo, máxime cuando son asuntos absolutamente diferentes. Esta estampa sigue siendo el gran consuelo de las muchas familias anónimas.
Fermín de Musquilda
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