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Aunque este digital es de y para los carlistas navarros, sepan todos que tales están muy abiertos a lo que ocurre en toda España. No podía ser menos. Por eso, a los navarros nos interpela continuamente lo que pasa en otras Regiones españolas, en este caso el Principado de Cataluña. (Principado por derecho propio, ¿eh?, y no ese fantasmal micro Estado delegado del macro Estado liberal español, llamado autonómico, que en algunas Regiones deriva al federalismo legal como careta apaciguadora de una confederación de hecho).Además, el tema que hoy tomamos del digital Somatemps -pondremos el enlace-, trata del terrorismo etarra, a cuyos amigos tanto debe el socialismo español liderado por Rodríguez Zapatro y ahora por Pedro Sánchez. Navarra, sufre directamente las consecuencias de tales deudas y pactos... EH Bildu y toda la izquierda, más los del PNV enmascarados en Geroa Bai, la quieren engüllir en Euzcadi y vamos camino de ello. Lo primero, es arrancarnos la Historia, luego humillarnos continuamente con el tema del Monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada, a la vez despersonalizarnos de diversas maneras, unas comunes a otras Regiones históricas y otras propias de Navarra. ¡Pero qué vamos a decir que el lector no sepa...!
He aquí el Recuerda de Somatemps:
 | De Somatemps en 19 agosto, 2025 |
El pasado 6 de junio se cumplieron 50 años del asesinato por la banda terrorista separatista y comunista ETA del subinspector de la Policía Armada Ovidio Díaz López, de 33 años y natural de Lugo. Estaba casado y su esposa estaba embarazada en esos momentos.
El 6 de junio de 1975 un "comando" o célula terrorista de ETA cometió un atraco en una sucursal del Banco de Santander situada en la calle Caspe esquina con la calle Gerona. En aquellos primeros años del terrorismo etarra, la banda llevaba a cabo numerosos atracos, aprovechando las escasas medidas de seguridad entonces de las oficinas bancarias.
Al salir de la sucursal, no obstante, se encontraron con un grupo de agentes, ya que una empleada del Banco había conseguido pulsar sin que los etarras se enteraran el botón de una alarma conectada directamente con la Jefatura Superior de Policía en la Vía Layetana, desde la que salió rápidamente un coche de policía hacia la calle Caspe.
Los etarras trataron de abrirse paso a tiros y por desgracia lo lograron, abatiendo de siete disparos al subinspector Ovidio Díaz. Los terroristas pudieron huir aprovechando la confusión, en un coche robado, aunque perdieron en la huida una bolsa con el dinero que se habían llevado del banco, unas 400.000 pesetas de la época.
La policía determinó que el asesino material del subinspector fue el etarra Juan Paredes Manotas, a quien ya se le atribuía el asesinato del inspector José Díaz Linares, en San Sebastián, el 1 de abril anterior. Este terrorista había nacido en Extremadura pero siendo niño había emigrado con su familia al País Vasco. Por cierto su segundo apellido era "Manotas", que no "Manot", como suele escribir el mundo proetarra, que ha querido hacer de este criminal un héroe, y la izquierda, en general, para embellecerle el desagradable apellido.
El 30 de julio de 1975 fueron detenidos cuatro etarras en una operación de la Policía Armada, en un piso de lo que ahora se conoce como Nou Barris, en Barcelona. Entre los detenidos estaban el terrorista Ignacio Pérez Beotegui, "Wilson" y Manotas. Aquel mismo día pensaban llevar a cabo otro atraco en Barcelona. En el operativo resultó muerto uno de los etarras.
En aplicación del Código de Justicia Militar, vigente entonces para casos de terrorismo, este asesino fue condenado a muerte en un juicio sumarísimo en el Gobierno Militar de Barcelona, el 19 de septiembre de 1975. De nada le sirvieron al terrorista Manotas los intentos de sus abogados de alargar el proceso y dar tiempo a que muriera Franco, cuyo estado de salud ya era casi crítico, y era seguro que si moría antes no se llevaría a cabo la ejecución. Si hubiera sido así este etarra habría sido amnistiado, como el resto de etarras, en 1977 por el nuevo gobierno democrático.
Sin embargo, el Jefe del Estado, a pesar de su situación preagónica, todavía guardaba a ratos una lucidez mental mayor que la de muchos de sus ministros y no quiso repetir el error del Consejo de Burgos de 1970, cuando conmutó las penas de muerte a los etarras, lo cual, lejos de pacificar el País Vasco, como se le había dicho por muchos, provocó un aumento del terrorismo al ser consideradas aquellas conmutaciones por los etarras como una muestra de debilidad del Estado.
Esta vez Franco exigió que se cumplieran las sentencias de Manotas y otros cuatro terroristas, que fueron ejecutados el 27 de septiembre de 1975.
Tuvo para ello Franco que resistir las presiones de toda la izquierda internacional y del Papa Pablo VI, que se movilizaron a favor de aquellos asesinos. Hasta la reina de Inglaterra pidió a Franco que no se llevaran a cabo esas ejecuciones. Como escribió el historiador Stanley G Payne: "La izquierda europea mostró una indignación mucho mayor por la ejecución de aquellos asesinos convictos, que la que había mostrado ante la invasión soviética de Checoslovaquia en 1968"
Al morir Franco, los etarras habían cometido unos preocupantes 45 asesinatos desde 1968, entre ellos el del presidente del Gobierno, almirante Carrero Blanco, en 1973. Sin embargo en 1976 y 1977 se produjo una bajada del terrorismo, lo que sugiere que las ejecuciones de terroristas en 1975, habían ejercido un cierto efecto disuasorio. Pero a partir de 1978, al comprobar los etarras la debilidad del nuevo Estado democrático, se produjo un enorme aumento del terrorismo, cuyos crímenes, así como el número de los terroristas, se multiplicaron por diez, entrándose en el negro período conocido como "los años del plomo".
Descanse en paz el subinspector Ovidio Díaz, como todas las víctimas del terrorismo separatista, comunista o islamista.
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