Boletín Oficial de la Comunión Tradicionalista Carlista de Navarra

sábado, 5 de diciembre de 2020

No la celebramos: la combatimos.

Nada que celebrar

Cada vez hay más iniciativas sociales que advierten que la Constitución de 1978 reúne las causas de la descomposición actual. 

https://somatemps.me/2020/12/06/comunicado-desperta-en-el-aniversario-de-la-constitucion-de-1978/

Esta Constitución fue sobre todo de negar lo anterior -lo bueno y menos bueno, ahondando grandemente los errores del franquismo-, y constructora de un edificio cuyos fundamentos carecen de base y sus paredes son un queso gruyére. 

Ha dado de sí todo lo que podía dar: la nada, la descomposición, y el vivir o ir tirando de rentas. Esto último debieran saberlo los señores Obispos y los católicos que apostaron por UCD, el PP y demás, hasta que la Constitución y los gobiernos constitucionales han acabado con dichas rentas y nos conducen a ser ciudadanos de segunda o tercera clase, e incluso peor.

Ya es constitucional lo que se decía rotundamente que no lo iba a ser: el divorcio (se anunciaba en la Constitución pero Suárez dijo que era para proteger la familia), el aborto (ya con Suárez comenzó a plantearse en el ministerio de Justicia), la destrucción del matrimonio como Dios manda, la usurpación de la educación de los hijos por el Estado, ahora se plantea la eutanasia, la deriva del separatismo contra la unidad en la variedad de España, el camino antiforal y estatista de las Autonomías disgregadoras, el crecimiento del Estado a costa de la sociedad, la ruina de España que partía de la 8ª potencia económica mundial, la desmesura partitocrática y la falta de representación política de la sociedad, que Dios pueda ser ofendido en vano y el olvido de su Ley que nos recuerda cómo somos y qué debemos hacer... y tantísimas otras cosas. 


Bendecir la Constitución apóstata es un abuso que ha pasado factura. 

Aprobarla fue ayer un error y hoy es casi absolutamente inútil. 

Basar en ella lo que se desea salvar de la ruina a la que ella y los politicos nos han conducido, es un juego que pasa factura a la larga. Se podrá utilizar la Constitución como argumento ad hominem, cuando convenga (ej. Art. 27 sobre la educación de los hijos), pero nada más. Los argumentos del bien común no es la Constitución de la nada y del queso gruyére, sino los derechos de la persona, las familias, la sociedad y sus instituciones, los ayuntamientos no partitocráticos, las regiones históricas, los derechos de España como acontecer y herencia, y de los españoles en su variedad, los derechos de la Iglesia y de Dios mismo. 

Ramón de Argonz




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