Boletín Oficial de la Comunión Tradicionalista Carlista de Navarra

jueves, 22 de octubre de 2020

Pandemia espiritual, anomalía y exageración

Noticias


Los pamplonicas están perdiendo el ejercicio de sus libertades. Nadie les obliga a ello, es decir, a no estar en la calle, y, sin embargo, reaccionan encerrándose en sus casas. 

El hecho que la administración partitocrática haya dispuesto el cierre de los comercios y la hostelería a las nueve de la noche, no debería conllevar que los vecinos abandonasen la calle como lugar natural, máxime con la buena temperatura que tenemos estas noches. Este abandono no tiene por qué ser fruto de llevar el "tapabocas" -nunca mejor llamado así-, y, por él, de una falta de ventilación pulmonar. 

Este abandono refleja que ALGO ANORMAL OCURRE AQUÍ. Por eso, más que de pandemia viral, preferimos hablar de psicosis y pandemia espiritual. 

¡Claro que hay que protegerse del virus! Muchísimos lo hacemos y con buenos resultados. No frecuentamos aglomeraciones, ni estamos con personas desacostumbradas o de extrañas costumbres, ni nos acercamos mucho a las personas de edad. Basta guardar las medidas, y de ahí que hemos salido en defensa de la hostelería. 


Por eso, no se entiende la EXAGERACIÓN de cómo a veces reaccionamos: con temor y hasta originando un ambiente de psicosis colectiva. Nos hemos auto cercenado las libertades -incluida la libertad de espíritu, la civil como primer fuero, y el ejercicio de la epikeia rechazada por el racionalismo-, y nos estamos cercenando el disfrute de una legítima autonomía civil, por otra parte útil para los que ven en el confinamiento y aislamiento una herramienta de dominio y poder. 

Reaccionamos con una EXAGERACIÓN que si bien pudiera ser barroca o temperamental, seguramente es el producto de ciertos vicios previos. Es el producto de habernos acostumbrado a la prepotencia de cierta nube de poder o dictadura relacionada con el absolutismo de los grandes partidos gobernantes y de la oposición, relacionada con la saturación e incumplimiento de los principios del Liberalismo ideológico, relacionada con la pretendida "soberanía" de no se sabe quién o de qué, de la pseudo adoración por la ley positiva civil, elaborada por el criterio y no pocas veces el capricho de los hombres, relacionada -decimos al fin- con el absolutismo de la administración pública, y, sobre todo, con el lacayismo de los partidos del sistema que sirven a los intereses del mundialismo y capitalismo transversal. Todo esto. Las predicciones de Tocqueville se quedaron cortas. 


Esta situación de reclusión social, de temor, de obsesionarnos por llevar la boca y nariz tapadas mientras nos olvidamos de problemas mucho más graves... viene bien a los que nos quieren hacer ver que por la boca y nariz entran y salen los únicos males graves, con los que quieren perpetuarse en el poder social y político, con los que buscan hacer méritos ante los mandamases que pretenden dirigir el mundo, y con quienes desean que nos acostumbremos a un Estado policial anunciado por Orwell en su novela 1984. Piensan que con los vicios universales, contrastados, y baratos que tenemos en nuestros domicilios, debiéramos de ser felices. Dirán a quien no se distrae
con internet y a quien cree participar mientras es controlado, que "tiene que hacérselo ver". Pienso también en La rebelión en la granja del mismo autor, donde todos son muy iguales pero unos más iguales que otros. 

Otro capítulo en el que no vamos a entrar aquí es el dominio de las altas instancias mundiales sobre la partitocracia que se reparte el poder local, regional y nacional. 

Nos quedamos con nuestro animar a los vecinos a salir a la calle, a hacer la vida más normal posible, a no encerrarse en sí mismos, a participar de la vida social. Y desde luego, les animamos a considerar que hay muchísimos más males que el llamado coronavirus, a los que hay que hacer frente. Por ejemplo, el horrendo crimen del asesinato del concebido y aún no nacido, la eutanasia, la pérdida de los derechos de los padres a la educación de sus hijos, la persecución religiosa, el laicismo que quiere levantar una ciudad sin Dios y por eso contra Dios... España y las Regiones que la constituyen, o es y son católicas o no serán, y no encontrarán la solidaridad y la paz, sino ruina y enfrentamiento. Lo vemos. 


Pamplona/Iruña, 22-X-2020

El observador imparcial


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