Boletín Oficial de la Comunión Tradicionalista Carlista de Navarra
lunes, 4 de noviembre de 2019
El debate del "no salimos de ésta"
Que la política gire sobre unas elecciones, es empobrecer muchísimo la política, que es cosa de todos, cosa de todos los días, y que surge en las mil instituciones de la vida social y laboral, asistencial, cultural etc. El ciudadano sabe mucho de aquello en lo que tiene competencia y vive diariamente.
Que las elecciones giren sobre una persona o líder, que es la que tendrá prácticamente o de hecho todo el poder, es muy triste y peligroso.
También es penoso que la política se centre en elementos tan superficiales y maleables como la imagen, la capacidad dialéctica e incluso de engaño, la mayor atracción y posibilidades de oferta, saber ser hábil para pillar al otro en renuncio, la capacidad de distorsión mediante calificativos y epítetos...
El debate a cinco en la Tres este 4 de noviembre de 2019, da la impresión de que España es de sus gobernantes, mucho más que de los españoles.
Da la impresión que el Gobierno nos va a hacer todo, menos trabajar él por nosotros, y que nos va a dar todo gratis. Pero nada hay gratis. Da la impresión que las cosas no cuestan. Quitémonos responsabilidades. Fuera al fin riesgos. Al diablo con la incómoda creatividad. Libertad, ¿para qué? O bien quieren el sistema económico de planificación central, o bien quieren que haya vacas pero para ordeñarlas sólo ellos, más y mejor, que ya los pastos se los buscaran ellas.
El Gobierno dice que va a darnos todo o casi todo para hacernos suyos, y muy suyos con la única condición que nosotros "queramos". Y no nos dejan otra opción, pues todos los grandes partidos tienen ese planteamiento. Desde luego, los tradicionalistas no lo tenemos, pues queremos sustituir el Estado (nacido hacia el s. XVI y quebrado hoy) por una suprema y limitada potestas y por las instituciones familiares, sociales, económicas etc. reconocidas y defendidas por ella. Queremos más sociedad y menos Estado (o, por lo que decimos, ningún "Estado" entendido éste como maquinaria fría de poder, de control e intromisiones en la familia y las sociedades).
El amor del Estado y de la Administración pública central o de sus 17 sucursales estatutarias autonómicas (sus delegadas, que como tales son una inversión de los Fueros) hacia nosotros, es un amor imposible, porque para dar y atender las necesidades hay que tomar a cambio, cuando se toma se resta, y no se resta una vez y otra si antes no se suma y multiplica, no se divide si antes no se realiza la labor de la multiplicación, y no hay nada de esto sin las libertades sociales y económicas, sin el beneficio o ganancia personal -salvo que seamos como los monjes de un monasterio-, sin una vida basada en el bien personal y familiar, común y verdaderamente social.
El efecto multiplicador es propio de la sociedad y no de los Gobiernos. Si lo propio del Gobierno es reconocer y respetar, garantizar y animar subsidiariamente, e intervenir lo suficiente -y no más- en la distribución, hoy toma mucho y mal, y distribuye también mucho y mal hasta caer en la corrupción y el clientelismo. No cabe duda que la administración pública debe devolver a la sociedad las atribuciones arrebatadas a ésta por el liberalismo.
Hoy día los Gobiernos en general dividen sin multiplicar los bienes y recursos, reparten peor (incluso hay políticos que roban dinero público), son oligárquicos y tienen clientelas, son muy malos gestores, caen en el centralismo y uniformismo, y tienen un perfil pre totalitario. Éstas galas llegan a ser muy feas.
Los que buscan nuestro voto están muy lejos del principio de subsidiariedad, es decir, respetar que el "inferior" haga lo que deba según su competencia y lo que pueda según su libertad y capacidades intelectuales y materiales. Si no puede, ayudarle desinteresadamente para que pueda. Y si aún con esas no puede, suplirle real y pedagógicamente pero para que después pueda y quiera hacerlo él.
R. de A.
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