Boletín Oficial de la Comunión Tradicionalista Carlista de Navarra

lunes, 26 de febrero de 2018

Por los abortos provocados. Por la vida del aún no nacido.

TESTIMONIO

Ha tenido lugar, bajo el frío habitual de estos días, la concentración con la pancarta "ABORTO NO. DIOS ama al embrión". Ha sido en Pamplona el domingo 25 de febrero a las ocho de la noche. 

Todos los transeúntes han podido ver la pancarta en el lugar más indicado, esto es, enfrente del Parlamento de Navarra, donde se hacen las leyes y se puede hacer mucho bien, o donde como hoy se deshace a todo un pueblo e incluso a las personas más inocentes y débiles como los concebidos y aún no nacidos. 

Había pocos transeúntes por el frío. Varios de ellos han dado muestras de aprobación al mensaje de la pancarta. Nos alegramos. 


Pancarta de 8 a 8:30 de la noche todos los 25 de cada mes, enfrente del Parlamento de Navarra.
Foto:FdeM2018 

Hemos echado en falta a los acompañantes de otra veces, ayer habituales pero hoy ya desaparecidos. Alegarán sus razones, pero ¿todos ellos?, ¿todos los meses? La ley del espíritu -el deber y la justicia, el amor- debe dominar la ley biológica del cansancio. Y el cansancio se supera con el ejercicio. Nuestra pancarta es como el deporte del espíritu. 

Creemos que cuando una sociedad comete errores de raíz, es difícil salir de la postración. Se expulsó a Dios de la Constitución de 1978, y ¿qué íbamos a esperar de ello? A su vez, cuando las personas cometen errores de raíz por omisión, ellas mismas son la causa de nuevos males. Y la postración se generaliza. Y la falta de espíritu cede al cansancio. 

Por eso, preguntamos: ¿A qué males está abocada una sociedad que no clama públicamente ante el gravísimo pecado y asesinato público como es el aborto provocado? ¿Y no son públicos los abortorios que están en nuestras calles, o los parlamentos que no penalizan e incluso autorizan, o el mismo Ejecutivo que da los instrumentos al matarife de niños y niñas por nacer?

Con esta perspectiva: ¿de qué me hablan los políticos cuando piden que no haya corrupción, ni paro laboral, ni tanta indecencia...?

¿De qué me hablan los antiabortistas cuando se quedan en sus casas si es que conocen la exhibición de ésta pancarta -ojalá haya otras muchas- en la calle, todos los meses, desde hace tantos años...? Y muchos la conocen.

¿De qué me hablan los católicos cuando protestan por las blasfemias públicas que -es comprensible con tales precedentes- van a más?

¿De qué me hablan en las iglesias, y en los púlpitos, cuando claman con ardor por la paz en tierras lejanas, por lo que significa la Cruz de Lampedusa, por la justicia contra el régimen de pateras, por la familia y tantas otras cosas muy buenas, por el amor -hoy nos llenamos de amor por lo fácil y lejano, no por los niños que diariamente ase abortan en nuestras ciudades- y por la generosidad...? ¿De qué me hablan si callan ante la masacre de niños en los abortorios de nuestras propias ciudades, o en la deshumanización de nuestras leyes y Parlamentos, y no mueven a nadie a la acción? ¿Es que nada hay que hacer? ¿No hay nada que decir? ¿No hay que animar a los fieles católicos que actúen y salgan a la calle? Esta contradicción es insostenible y hunde cada vez más a la gente de Iglesia y al Estado. Si no hay fe en Dios y convicción en la ley natural... no puede existir defensa del débil; y, al revés, sin defensa del débil no hay nada de lo otro.

¿De qué me hablan unos y otros si dejamos la calle al silencio, la calle al abandono, la calle a los aborteros y a otros de semejante pelaje?

Pues sepan que esta pancarta mensual "ABORTO NO. DIOS ama al embrión" no se va a arriar. Con la gracia de Dios. Este mensaje es un reclamo a  su presencia, un reclamo a sus conciencias. ¿Les suena eso de "Fuego he venido a traer a la tierra..."?

Los católicos vamos paulatinamente a las catacumbas porque no defendimos la presencia de Dios y de la ley de Dios en las leyes, y no defendemos al más inocente y perseguido como es el niño en el seno materno.

Es como si unos y otros quisieran probarnos para asegurarse que, por mucho mal que se haga, por muchas barbaridades impunes, por mucha humillación que se sufra, aquí no se mueve nadie contra el poder civil constituido de hecho y contra la diosa democracia -que de tal, añadimos, tiene muy poco-. ¿Es que los contrarios -que muestran ser unos redomados hipócritas- son fieles a lo que exigen que seamos los demás?

A ver si nos tomamos la vida en serio. Hasta entonces no me pregunten si hay Fe en el mundo,  no reclamen nada, y reclámense todo a sí mismos. 

F. de M. 

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