Boletín Oficial de la Comunión Tradicionalista Carlista de Navarra

viernes, 22 de agosto de 2025

Nota de prensa: España arde... porque la queman


NOTA DE PRENSA  Esto no es una crisis climática. Lo que estamos presenciando, en directo, es el desalojo violento de la España rural. Un paso más hacia la ruina de la España vaciada. Es un secreto a voces que hay intereses que ambicionan la riqueza mineral de tierras raras y que están detrás de la estafa de las energías renovables. La intencionalidad demostrada de los fuegos, la negligencia y dejadez en las estrategias de prevención y extinción, las enloquecidas trabas burocráticas y las disputas absurdas entre administraciones regionales parecen indicar que, tal como ocurrió con las inundaciones de Valencia de octubre del año pasado, estamos gobernados por personas que no sirven a los españoles. Los incendios de este mes de agosto se suman a todos los ataques previos a la gente del campo: expropiación de cultivos, destrucción de embalses, legislación restrictiva, impuestos insostenibles.

El régimen del 78 y sus cómplices, gobiernos de todos los colores, partidos políticos, administraciones públicas ocupadas por enchufados, ministerios ideológicos, etc. sirven en primera instancia a toda una masa de traidores y vividores que mediante las puertas giratorias, los cargos a dedo o los chiringuitos subvencionados se benefician del expolio del común. En última instancia son los lacayos de oscuros intereses internacionales que quieren una España pobre y sumisa: sin industria (8ª potencia), sin pesca (3ª potencia) y sin agricultura.

Lo que estos días se está quemando en los numerosos -y previsibles- incendios no es tan solo “el monte”. Arden también tierras de cultivo, se pierden cosechas, ganados y fauna, tierras que luego quedan al borde de una futura expropiación, y, lo que es peor, se queman las ilusiones de los pueblos que aún resistían, que seguirán despoblándose ante las dificultades crecientes para llevar una vida digna viviendo de la agricultura o la ganadería.

Hace décadas que la gestión y el ordenamiento de las actividades del mundo rural y del medio ambiente, diseñadas desde los despachos de la Unión Europea,  se hacen a espaldas de las costumbres y tradiciones de los verdaderos expertos, se olvidan los ancestrales usos comunales, crecen hasta el absurdo las normas y las prohibiciones. El desastre ecológico provocado por el vaciado del embalse de Alcollarín, en Cáceres, es un buen ejemplo del ridículo al que puede llegar una administración ocupada por ineptos e ideólogos.

Nunca hubo en España tantos medios materiales para prevenir y atajar los desastres naturales. Y nunca como ahora fue tan desastrosa la gestión ante los mismos. Una de dos, o tenemos un sistema político que elige y coloca en los puestos de responsabilidad a los más incapaces, o estamos en manos de inmorales, psicópatas sin escrúpulos, cuyo empeño consiste en acabar con todo lo que significa España, espiritual y materialmente.

Pero ante la calamidad, también surge la esperanza. El pueblo español empieza a reaccionar y surgen cada vez más voces clamando por la unidad y por la desaparición del tiránico régimen político del 78. En esa lucha nos encontrarán siempre a los carlistas, por un sistema:

– basado en la ley natural, en la sabiduría de la tradición y netamente español, sin injerencias extranjeras.

– que respete el saber hacer de agricultores y ganaderos, conocedores de la gestion del monte, como se ha hecho durante siglos.

– que devuelva la dignidad al mundo rural para que sus habitantes no se vean abocados a la ruina y convertidos en mendigos de las ayudas.

– que ponga en valor los productos locales frente a importaciones extranjeras de dudosa calidad.

– que ordene la política del agua, fuente de vida y de riqueza, y tan necesaria en caso de incendio.

– que prepare los equipos de extinción con un criterio puramente técnico y nacional.

– que reorganice las administraciones eliminando burocracia, enchufes y políticos profesionales.

– y en fin todas aquellas reformas que atiendan al sentido común

y que miren por la prosperidad de los españoles.

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